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(1591-1938) 
 
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No es extraño que la solución del enigma de la vida no pueda encontrarse en las materias «sin conciencia» o «sin vida»  1694. Y con la superstición de que el enigma de esta vida puede solucionarse en «las materias muertas», es decir, en «la materia mineral», se pasa apresuradamente por delante de «los microseres vivos», y con la facultad de investigación se ahonda profundamente en la materia en la que no se encuentra en absoluto la vida. Que aquí únicamente se encuentren «unidades de fuerza» o centros de energía al infinito sólo da, evidentemente, como resultado nuevas y todavía menores partículas de materia «muertas» o centros de energía aún más inaccesibles para la facultad de investigación material. Aquí no se ve nada de «la vida». Donde ésta no se manifiesta como «vida», no se puede, naturalmente, ver «vida». Es evidente que aquí al espectador sólo se le revelará un mundo «muerto» o «sin vida», un mundo compuesto únicamente de movimiento. Y este espectador se convierte inevitablemente en un adorador de «la muerte» en vez de «la vida». De este modo, el micromundo se convierte ante todo para él en un «mundo muerto», a pesar de que aquí sigue viendo «movimiento», «fuerza» y «despliegue de energía». Y del mismo modo, sólo ve encima de su cabeza y alrededor y debajo de él un macrocosmos, así mismo, «sin vida». Al no comprender el macrocosmos, tampoco puede ver que éste sólo es una zona superior de existencia en relación con el mesocosmos, del mismo modo que el mesocosmos es una zona de existencia superior en relación con el microcosmos. Así mismo será incomprensible para un ser de este tipo que un macrocosmos tenga que estar compuesto de organismos de yos, del mismo modo que el mesocosmos está compuesto de organismos de yos o «seres vivos», y que él mismo (el investigador) es un «macroser» para los microseres que viven en su propio organismo, del mismo modo que él mismo está frente a un «macroser» cuyo organismo está constituido por su propio mundo, los seres que lo rodean, la Tierra y el cielo. Bajo estas circunstancias no es extraño que la solución del enigma de la vida no pueda encontrarse buscando simplemente en la materia «sin vida» o «sin conciencia». La solución del enigma de la vida es, y sólo puede ser, «vida» o «conciencia». Y por consiguiente, hay que buscarla en los fenómenos en los que «vida» o «conciencia» están presentes o se manifiestan de una manera especial. Y, de este modo, no es en las materias «muertas», sino en «las vivas» donde tenemos que buscar esta manifestación.


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