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| La materia «viva» y los tres «cosmos»: microcosmos, mesocosmos y macrocosmos | 1693. La materia «viva» sólo puede, por consiguiente, existir en virtud de que su sustancia está constituida por seres independientes, despiertos, con conciencia diurna, vivos, que están entrelazados en una estructura común en la que se encuentran en una armonía mutua correspondiente formando un conjunto coherente, dirigido y mantenido por el deseo y la voluntad de un macroyo. Una combinación así de la colaboración armoniosa de seres vivos en una totalidad independiente, mantenida por un yo, es lo que exteriormente constituye un «ser vivo» en un organismo animal. Este organismo animal que, por lo tanto, está compuesto de seres animales vivos en estado microscópico constituye, a su vez, conjuntamente con otros organismos animales de la misma clase o de una clase afín, una zona de existencia. Esta zona de existencia constituye «el mesocosmos» para el yo que domina en el organismo. Los seres vivos que constituyen la materia animal de que está formado el organismo forman, al contrario, otra zona de existencia. A esta zona de existencia la conocemos como «microcosmos». Así, estamos ante dos clases de seres, a saber, los pequeños seres de que está formado un organismo animal mesocósmico, y los seres que dominan esta forma de organismos, clase esta última a la que pertenecemos nosotros mismos. A los pequeños seres los conocemos por «Livets Bog» como «microseres», mientras que los seres mesocósmicos constituyen, claro está, los seres que en general suelen ser los únicos que se ha querido aceptar como «seres vivos», a saber: hombres, animales y en cierto grado plantas. Hasta el momento, todo lo demás en el mundo sólo se ha querido y podido aceptar, en realidad, como «sustancia». Pero, de este modo, ha sido posible comprender tanto «la sustancia vegetal» como «la animal». |
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