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Lo que condiciona la aparición de las sustancias como materia «viva» o «sin vida»  1692. Como, por consiguiente, aquí la materia no es residencia de yos con conciencia diurna despierta, la sensación de vida a través de esta materia está muy latente. A través de esta materia no se puede, por consiguiente, sentir dolor ni sufrimiento. En las partes del organismo con conciencia diurna despierta en las que domina la materia mineral, esta materia es en sí misma «insensible». Es por esto que podemos cortarnos las uñas y el pelo sin sentir dolor, nuestros dientes también son insensibles. El presunto «dolor de muelas» no es un dolor en el propio diente o muela, sino un dolor en la combinación de nervios que está en contacto con el diente o la muela y su musculatura. En el propio diente o la propia muela y, dicho sea de paso, en cualquier forma de materia mineral, no existe ninguna sensibilidad diurna despierta. Pero como insensibilidad es lo mismo que falta de conciencia, la materia mineral es, de este modo, una clase de materia «sin conciencia». De aquí la expresión «sin vida». Esta materia se diferencia, por ello, de las demás materias: «la vegetal» y «la animal», que desde hace tiempo son conocidas como expresión de vida. Aunque no puede decirse de una manera amplia que la materia vegetal expresa vida o conciencia tampoco puede, sin embargo, reconocerse como «sin conciencia». Está tan impregnada de conciencia que, a través de ella, el yo está en condiciones de «percibir vagamente» placer y malestar. Y por lo que respecta a la materia animal, el yo está, evidentemente, en condiciones de experimentar no sólo dolor y sufrimiento, sino también bienestar y deseos de vivir como una realidad o un hecho vivido con conciencia diurna despierta. ¿Qué es lo que condiciona la aparición de la sustancia como expresión de «conciencia» y de «sin conciencia», como «viva» y «sin vida»? De hecho, ¿no se revela precisamente esto en las mismas palabras? Una sustancia que está «viva» tiene que estar impregnada o empapada de «vida», mientras que una sustancia «sin conciencia» o «sin vida» tiene que ser una sustancia que no está impregnada de «conciencia» o «vida». Como conciencia o vida es lo mismo que pensamientos, voluntad, conocimiento y sensibilidad, y esto, a su vez, es lo mismo que «espíritu», una materia «sin vida» o «sin conciencia» será lo mismo que una sustancia en la que no hay espíritu. Para que una materia pueda aparecer como «viva» tiene, por consiguiente, que estar impregnada de «espíritu», que como ya hemos dicho, quiere decir que tiene que estar impregnada de pensamientos, voluntad, conocimiento y sensibilidad. Pero una materia que, de este modo, tiene que constituir pensamientos, voluntad, conocimiento y sensibilidad no puede ser un conjunto ordinario de productos químicos o una masa de sustancias, al igual que tampoco puede estar formada por una simple acumulación de unidades de fuerza o de centros de energía. Pero cuando no puede hacerlo, sólo hay una posibilidad, en virtud de la cual existe la materia «viva», a saber, la de que constituye un conjunto o grupo de «seres vivos».


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