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(1591-1938) 
 
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Lo que la narración bíblica del paraíso revela tras su forma literal externa  1681. Pero la narración bíblica no tiene como tarea esclarecer el tiempo de los seres en el paraíso o luz antes del tiempo terreno. Sólo ha usado palabras y expresiones que pueden satisfacer las necesidades del simple, al sabio, que se ha convertido él mismo en «el camino, la verdad y la vida», le revela que se ha tenido totalmente conocimiento sobre la coherencia profunda de la vida, su sexual variabilidad y el consiguiente ciclo de espiral eterno. La narración bíblica sobre el hombre comienza haciéndonos entender que había un «Paraíso Terrenal», en el que los seres vivían en la luz y con Dios, cuya voz resonaba a través del paraíso. Y la primera sombra en este paraíso sobrenatural o celestial era que «no era bueno que Adán estuviera solo». Aquí había una sombra, una pequeña insinuación de oscuridad. A pesar de todo este esplendor celestial, el ser vivo aquí podía comenzar a añorar algo fuera de la luz, algo que era el contraste a la luz. Podía comenzar a sentir una vaga sensación de un hambre que no podía ser satisfecha en el paraíso. La oscuridad no puede, claro está, experimentarse en el paraíso. Pero esto corresponde, precisamente, a la vaga percepción de una añoranza de luz, una añoranza del contraste a la oscuridad que existe en el mundo físico. Aquí en la zona oscura o esfera del «infierno», de la «muerte», los seres también sienten poco a poco un hambre que no puede satisfacerse por medio de las tradiciones del reino animal o de la oscuridad.


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