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(1591-1938) 
 
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El fuego supremo es la causa de todos los contrastes o la vida eterna enraizada en el yo  1675. La esfera sexual oscura de la humanidad tiene así su misión especial, su objetivo especial que cumplir. Todo el problema, toda la oscuridad es un asunto de sufrimiento, pero simultáneamente se convierte en un asunto de sentimiento, en un asunto de experimentar placer y malestar. Pero como todas las sensaciones de placer y malestar son un asunto de sentimiento, tenemos que volver a la estructura sexual que, evidentemente, es la sede del sentimiento. Por consiguiente, debemos buscar en la estructura del ser que soporta el estado de sus sentimientos, es decir, todas sus facultades sensoriales sin ninguna excepción. Todas las experiencias, tanto las puramente físicas carnales como las mentales o espirituales son, según su análisis más profundo, «sentimiento». Aquí es cada vez más fácil ver lo inmensamente amplia que es la estructura del «fuego supremo» del ser. Es la propia vida eterna enraizada directamente en el yo, con el cual es, en su última instancia, idéntico. En su cualidad de conciencia, es la eterna gloria luminosa del yo, su calor y luz. Su llama luminosa no puede apagarse nunca, aunque aparezca con un crecimiento eterno y una disminución eterna, con un ritmo o movimiento eterno entre dos polos extremos, de un despliegue menor a uno mayor y repitiéndolo de nuevo. «El fuego supremo» es la respiración cósmica eterna del yo. Desde su despliegue menor, en el que sólo es humo maloliente y chispas, crece hacia su despliegue mayor, en el que es una centelleante, radiante, clara hoguera, que todo lo ilumina, un sol que muestra el yo a «imagen de Dios». Desde aquí disminuye el fuego y el calor claro de su llama para, finalmente, sólo ser de nuevo una pequeña llama vacilante envuelta y oscurecida por nubes de humo, escorias y ceniza. Este movimiento rítmico del «fuego supremo», su despliegue mínimo y máximo es lo que convierte la experimentación de la vida en un ciclo eterno. La estructura rítmica del «fuego supremo» a través de los seres del microcosmos, mesocosmos y macrocosmos es la base del día y la noche, del verano y el invierno, de la siembra y la cosecha, del bien y del mal, de la infancia y la edad adulta, dicho brevemente, de todos los contrastes existentes. Y que la humanidad, como acabamos de ver, se encuentre en la esfera de los sufrimientos y desdichas, en la esfera del asesinato y la muerte, en la trampa de la ignorancia y el primitivismo, como es el caso, sólo se debe a que esta humanidad pasa en su ciclo cósmico por la esfera de despliegue mínimo del «fuego supremo». Donde tiene lugar el despliegue mínimo del «fuego supremo», la vida se convierte en oscuridad, sufrimiento y muerte, en «día de juicio final» o «infierno» para los seres vivos.


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