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La esfera sexual oscura es una fuerza que tiene una causa mucho más profunda que la voluntad humana terrena  1674. La existencia de la esfera sexual oscura es algo que no se le puede reprochar a la humanidad. Es una fuerza que tiene una causa mucho más profunda que la voluntad humana terrena. Esta voluntad es tan impotente ante esta esfera como lo es ante los grandes volcanes y terremotos. La esfera mental oscura es un eslabón de la propia estructura del universo, tal como las erupciones de los volcanes, los gigantescos terremotos, el curso del sol y las estrellas. Cada fenómeno concreto de todos los fenómenos de la naturaleza tiene una misión, es un eslabón de la intención y del plan que ha estimulado el proceso de formación de la Tierra. Desde nieblas luminosas a través del fuego, a través de desiertos volcánicos inmensamente ruidosos hasta incipientes creaciones de atmósfera, hasta la creación de mar y tierra, hasta incipiente vida vegetal, hasta la aparición de los animales y los hombres de hoy, esta intención se ha desencadenado como un prodigio de creación artística. Del mismo modo que estos estadios de la formación de la Tierra han sido un eslabón natural, necesario en la consumación del objetivo o plan necesario para que la Tierra pudiera convertirse en la suntuosa vivienda del espíritu y la cultura terrena, que hoy tiene precisamente condiciones para llegar a ser, la oscuridad sexual de la humanidad también es un eslabón natural e indispensable en la consumación del objetivo o plan divino que convertirá al hombre terreno en un ser perfecto a «imagen de Dios», muy por encima de las tradiciones animales, mortíferas y portadoras de desgracia. Del mismo modo que la Tierra tenía que tener sus tradiciones volcánicas antes de llegar al silencio y equilibrio bajo sus continentes y mares, la humanidad terrena, camino de su perfeccionamiento, también tiene que revivir sus tradiciones volcánicas antes de llegar a la estabilidad, la quietud y el equilibrio necesarios bajo sus continentes y mares para que su elevado espíritu y su alta cultura o verdadera vida eterna puedan florecer en su plena culminación: el amor.


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