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(1591-1938) 
 
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La experimentación de la naturaleza cósmica de su acto sexual por el medio ser es igual de elemental o instintivo que lo que la planta experimenta en la zona física  1661. En virtud de su estructura orgánica como «seres de medio sexo», estos seres sólo pueden recordar con conciencia diurna el acto como un goce físico absoluto, basado exclusivamente en el contacto sexual con el sexo contrario. De este modo, este acto sólo es en realidad para los seres en cuestión una experiencia instintiva, una «experiencia de placer» puramente física sin detalles ni análisis cósmicos. Es cierto que dicho acto es altamente alabado o celebrado por poetas, escritores y otros artistas como algo divino o lo más codiciable de la vida, pero debemos recordar que los verdaderos artistas ya no son «seres de medio sexo» en su forma más pura, aunque todavía sólo puedan percibir al sexo contrario como objeto de su esfera sexual de interés. Pero sus facultades artísticas revelan que están acabando de cruzar la zona culminante de «la esfera de la muerte», dado que comienzan a tener «vida cósmica». «El arte» es en sí mismo nada menos que «vida cósmica». Y es en virtud de esta vida o este estado de percepción que está despertando, que dichos seres han podido presentir y alabar el estado de apareamiento del «ser de medio sexo» como algo más elevado y más divino que una simple sensación de placer.
      Pero, como hemos dicho, «el ser de medio sexo» en su culminación sólo puede experimentar el acto de apareamiento como una simple sensación física de placer. Está ante la naturaleza cósmica del acto sexual casi como la planta está ante la sensación del mundo físico. La planta, debido a su estructura orgánica todavía no desarrollada, sólo puede experimentar la acción del mundo físico sobre su organismo o conjunto de sentidos exclusivamente como una percepción vaga de placer o malestar. La planta no puede experimentar conscientemente la causa de esta incipiente sensación de placer o malestar. Es cierto que desde el punto de vista corporal se encuentra en la zona física, pero, como hemos dicho, sólo puede percibir los efectos de esta zona como una percepción vaga de detalles de placer o malestar. Como ya hemos mencionado anteriormente en «Livets Bog», la planta tiene precisamente su conciencia diurna en el reino de la bienaventuranza. Del mismo modo que la planta, desde el punto de vista de su cuerpo, experimenta percepciones vagas de placer y malestar o sensaciones de otra zona sin tener conciencia diurna despierta de las verdaderas causas de estas experiencias, «el ser de medio sexo» también experimenta por medio de su acto sexual las reacciones del mundo sobrenatural o espiritual como una «sensación de placer», sin tener ningún conocimiento de que se debe a su propio arraigo orgánico o corporal a un mundo que está fuera de aquel en el que tiene conciencia diurna despierta. Por consiguiente, «el ser de medio sexo» está ante la experiencia del mundo cósmico o espiritual con la misma pobreza mental que la planta está mentalmente pobre ante el mundo físico.


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