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(1591-1938) 
 
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El acto sexual culminante del medio ser es un puente cósmico por el cual pasa «la esfera de la muerte»  1660. Pero para que esta «esfera de la muerte» no lleve al individuo a que su conciencia se detenga totalmente y así entre en un «punto muerto» o una «muerte» verdaderamente absoluta, con lo cual a este ser le sería imposible ponerse de nuevo en movimiento, sus limitadas funciones espirituales se cimientan en el encuentro con otro «ser de medio sexo» de género contrario. Por medio del hecho de convertirse en «una carne» con este ser, es decir, de unirse sexualmente en un acto de amor, los dos seres experimentan un reflejo o destello de luz del bienestar que originariamente es la permanente sensación cósmica de la vida de un «ser de sexo completo». Por consiguiente, este acto es un puente cósmico por el cual el ser pasa «la esfera de la muerte». Pero en la conciencia del «ser de medio sexo» culminante, este acto y la consiguiente experimentación momentánea del «fuego supremo» o sensación de bienestar sólo son percibidos como una sensación de placer físico. Está muy lejos de poderse imaginar que el acto, cuando tiene lugar de una manera perfecta para ambas partes, es una experiencia cósmica, un momentáneo elevarse por encima de la zona material que, en realidad, es una experiencia sobrenatural. Todavía no sabe nada de que este acto, cuando dos seres están unidos en «una carne» durante segundos o minutos, debido a que su atracción mutua llega a su punto culminante, es una experiencia del tono básico del universo, del amor, la armonía y la alegría que todo lo llenan que, a su vez, es una experimentación directa de la cercanía de Dios, en forma del espíritu santo que impregna su sistema nervioso en forma de bienaventuranza.


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