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(1591-1938) 
 
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La necesidad de crear un contraste o una oposición a la existencia eterna del individuo  1654. Es algo natural que bajo estas circunstancias tenga que correr mucha sangre en el mundo. ¿Pero no es, acaso, igual de natural para el hombre altamente intelectual que en la estructura del universo no se puede prescindir de esta disposición? ¿Cómo tendría el ser vivo que descubrir la vida o en resumidas cuentas estar vivo si en la estructura del universo no hubiera algo por medio de lo cual su propia vida pudiera ser puesta de manifiesto? ¿Puede hacerse de otro modo que, precisamente, creando su contraste u oposición? La máxima tarea con respecto a la estructura del universo y, por consiguiente, al ser vivo es, de este modo, crear en primer lugar un contraste o una oposición a la vida absoluta. Pero un contraste o una oposición a la verdadera o eterna experimentación de la vida sólo puede ser una experiencia irreal o temporal. Por medio de anteriores análisis de «Livets Bog», ya sabemos que «el yo» y «su facultad creadora» y el resultado a que dan lugar, «lo creado», son fenómenos eternos. Y como son inseparables y, por lo tanto, forman la unidad que constituye «el ser vivo», este ser existe, por consiguiente, eternamente. Pero, ¿cómo tendría esta existencia eterna que convertirse en experiencia para este ser, si esta experiencia no se basase en leyes que pudieran transgredirse, y la vida reducirse así tanto que al ser le fuera posible comprender la eternidad y el infinito, que son su suprema identidad?


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