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| El sexo masculino y el sexo femenino sólo constituyen cada uno de ellos un «medio sexo». Porqué estos dos «medios sexos» deben unirse en el acto de apareamiento sexual | 1652. De este modo, hemos aquí visto que «el fuego supremo» se presenta con tres sexos. Pero en realidad, estos tres sexos sólo forman dos sexos perfectos. Lo que sucede es que «el sexo masculino» y «el sexo femenino» sólo son cada uno de ellos un «medio sexo». Es por esto que estos dos sexos deben unirse en matrimonio o en estado de apareamiento. Con el acto de apareamiento pueden alcanzar un cierto destello muy elemental de la verdadera vida o de la bienaventuranza de una forma superior de existencia. Y sólo en lo que dura este destello forman conjuntamente un «sexo completo». Y así hacen una experiencia momentánea o experiencia relámpago de la perfecta experimentación de la vida. Esta experimentación perfecta de la vida es tan relevante que para el individuo se convierte en la fuerza propulsora más importante de su vida. Se convierte en una necesidad tan natural para su equilibrio y satisfacción mental como comida y bebida son lo son para su cuerpo u organismo físico. Pero como es tan escasa en su manifestación, que sólo puede vivirse como una experiencia momentánea o experiencia relámpago, el ser debe seguir prescindiendo del paraíso o bienaventuranza de la verdadera vida todo el tiempo que se encuentra fuera de la culminación del acto sexual. Esto adquiere todavía mayor realidad debido a las condiciones extremadamente duras que tienen que cumplirse para que estas experiencias relámpago del impulso de la verdadera vida o bienaventuranza puedan ser posibles. Como «ser de medio sexo» el individuo sólo puede tener la sensación de la verdadera vida por medio de un contacto sexual con un «ser de medio sexo» de género contrario, el denominado «sexo contrario». |
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