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Porqué «Eva» o el ser «femenino» no puede ser «la imagen de Dios»  1620. A través de las narraciones de «la Biblia» sobre «Adán» y «Eva» y «el hijo pródigo» se nos ha dado un relato simbólico de la transformación del ser vivo. El fundamento de estas narraciones, que han sido transmitidas, es que los seres vienen de la luz y han tenido que descender a la oscuridad para conocer la diferencia entre «bien» y «mal» y, de este modo, convertirse en una manifestación de «la imagen de Dios». El ser vivo tenía así que ser transformado en «la imagen y semejanza de Dios». Esta «imagen» no es una aparición como un «ser masculino» o un «ser femenino». Estas dos clases de seres sólo son estadios transitorios del proceso creador divino, y son los instrumentos especiales por medio de los cuales la oscuridad puede manifestarse y experimentarse. Esto se desprende también claramente de la narración de «la Biblia» sobre las palabras de Dios a «Adán» y «Eva» en «el Paraíso Terrenal». Estas palabras, ¿no fueron, precisamente, una iniciación de «Adán» y «Eva» en la esfera de la oscuridad que tenía que ser provisionalmente el objetivo de su vida? No le dijo Dios, acaso, al ser especialmente «femenino», a «la mujer» o «Eva»: «Multiplicaré tus dolores en tus preñeces, con dolor parirás los hijos, y estarás bajo la potestad de tu marido, y él te dominará.» La mujer está así destinada a la oscuridad, el dolor y el sufrimiento, está condenada a ser «la subordinada» de su marido. Un ser cuyos dolores se multiplican, al mismo tiempo que está subordinado a otro ser que también es imperfecto, es imposible que sea «la imagen de Dios». Un ser así no puede de ninguna manera tener la soberanía o el perfecto libre albedrío en que se basa la existencia perfecta del hijo de Dios o revelación de «la imagen de Dios», y que en la mujer tiene, por lo tanto, que convertirse exclusivamente en conocimiento y experimentación con conciencia diurna despierta antes que pueda convertirse en «la semejanza de Dios». Pero entonces ya no puede seguir cumpliendo la disposición de «Dios» para con «la mujer» y ya no es ningún ser especialmente «femenino», sino que se ha convertido en un ser en cuya mentalidad y modo de ser «la cabeza de la serpiente (las tradiciones del egoísmo) han sido quebrantadas», y «la venida de Cristo» o «el gran nacimiento» han sido revelados.


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