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(1591-1938) 
 
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En qué parte del ciclo de espiral comienza nuestro análisis del fuego supremo  1611. Como los seres vivos son seres eternos, ligado a ellos no hay ningún comienzo ni ningún final. Por esto, en nuestro análisis cósmico aquí no hemos podido comenzar con ningún «comienzo» de la vida eterna de los seres vivos. Sólo hemos podido empezar nuestro análisis cósmico en el lugar del ciclo de espiral, o de la existencia o vida eterna de los seres, en el que desde una existencia como luminosos hijos de Dios en los reinos de la luz y viviendo con la Providencia o Divinidad, su Padre eterno, son transformados, desde un punto de vista cósmico, en seres «muertos» cuya conciencia cósmica, antes tan resplandeciente, se redujo a una experimentación de la vida basada en una ignorancia total sobre su propio yo eterno y las leyes en las que se basa el universo o la luz verdadera. Hemos comenzado allí donde «Adán» era masculino al cien por cien y «Eva» de modo correspondiente femenina, y donde el proceso creador favorecía la inmersión del hijo de Dios en la oscuridad del infierno, favorecía su caminar hacia los horrores de la muerte, hacia la residencia del dolor y el sufrimiento, hacia la aniquilación del recuerdo de su alta identidad con la eternidad. Con respecto a cómo era la existencia de los seres en la luz, volveremos a ello cuando hayamos acabado de analizar la experimentación y el caminar del hijo de Dios a través del reino de la muerte.


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