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(1591-1938) 
 
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La transformación del ser por «el fuego supremo» en «la simple unipolaridad» y las consecuencias de esto. El proceso de muerte cósmica  1610. El estado del hijo de Dios es transformado provisionalmente por medio de esta espada de fuego de «la bipolaridad» a «la simple unipolaridad». Y en el mismo grado que esta «simple unipolaridad» avanza, el ser pierde su facultad de estar en contacto con las más altas leyes de la vida. De este modo, pierde un correspondiente grado de la libertad que, precisamente, el contacto con estas leyes supone. Pero esta unipolaridad le confiere al ser una facultad de manifestarse y experimentar la vida cada vez más reducida. «El hechizo» del «hijo del rey» (el hijo de Dios) está teniendo plenamente lugar. Se petrifica y se vuelve cada vez más uno con la materia. Esta incipiente pérdida de libertad cósmica es, por lo tanto, un correspondiente encarcelamiento cósmico. La primera etapa de este encarcelamiento cósmico es, como ya hemos dicho, el encarcelamiento en el cuerpo, en el cual la libertad de movimientos del ser en el espacio, si se la relaciona con su originaria capacidad psíquica de movimiento, sólo puede compararse con la velocidad del caracol con respecto a la del proyectil, a pesar de la existencia de los más modernos medios de tráfico, de las aeronaves propulsadas por hélices o a reacción. Y con respecto al encarcelamiento del ser en «el tiempo», sólo tiene, igualmente, un lugar extremadamente microscópico para moverse, de hecho casi está clavado al lugar. Este pequeño lugar se llama «el ahora». «El ahora» sólo es una chispa, un relámpago de la inmensa hoguera que él mismo constituye en forma de eternidad. En verdad que aquí llega el hijo de Dios a la culminación de su experimentación de la muerte. La eternidad es en él un coloso sin vida. Su vida tiene miles y miles de años, es decir, una ilimitada cantidad de millones de años, pero su conocimiento con conciencia diurna despierta del enorme terreno de su vida sólo cuenta horas y días. Se percibe a sí mismo como con esta o aquella edad, con este o aquel peso y con estas o aquellas medidas. Pero, ¿qué es esta edad, este peso y esta o aquella medida en relación con la eternidad y el infinito? Las mayores indicaciones de cifras, ¿no disminuyen hasta unas dimensiones ínfimas, es más, no siguen disminuyendo eternamente cuanto más se muestran frente a lo ilimitado de la eternidad? ¿Puede manifestarse un «cadáver cósmico» más abierta e inalterablemente que precisamente en esta comprensión física y materialista que el hijo de Dios tiene de sí mismo? Como idéntico a la eternidad tiene unas dimensiones gigantescas, pero su conciencia hace tiempo que ha desaparecido en la oscura pequeñez inmaterial del microcosmos y sigue disminuyendo. ¿Puede un proceso de muerte ser más verdadero?


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