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(1591-1938) 
 
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«El reino animal» es «el reino de la muerte» del ciclo de espiral y muestra que las narraciones clásicas sobre «príncipes y princesas encantados» son la verdad del ciclo o de la vida contada en forma de símbolos para los simples o «pobres de espíritu»  1604. En «Adán y Eva», estos dos seres «de un polo» cuya conciencia está dominada por la oscuridad de la vida en su forma más pura tenemos, como ya hemos indicado, la zona de «la muerte» propiamente dicha o «el reino de la muerte» del ciclo de espiral en su forma más pura. Es la esfera que conocemos en nuestra vida cotidiana con la designación de «reino animal», la zona de origen del principio mortífero, donde «la muerte del uno es el pan del otro» y donde «cada cual sólo piensa en sí mismo». Aquí nos encontramos en un reino o esfera del universo donde la facultad de amar a su prójimo ha sido eliminada a favor de la facultad de amarse a sí mismo; esta última facultad se ha convertido, de este modo, incluso en una condición vital al cien por cien. Imagínense qué verdad se le ha revelado a la humanidad a través de todas las aventuras o todos los cuentos de hadas clásicos. Lo que en ellos antes se consideraba como pura fantasía e irrealidad se ha convertido aquí en una realidad viva. El tono fundamental de los relatos de las aventuras es que «príncipes» y «princesas» o seres de casas reales, seres que se encuentran en la luz pasan al área de dominio de «brujas» y «brujos», son «hechizados» o transformados en seres terroríficos y primitivos por las fuerzas de la oscuridad, en otros casos son transformados en seres «aparentemente muertos», «durmiendo como la Bella Durmiente del Bosque», o «petrificados». En principio, todos estos relatos no han podido de ninguna manera aventajar el gran cuento de hadas de la verdadera vida, de hecho, no son ni más ni menos que una genial narración artística sobre los verdaderos acontecimientos y principios de la aventura o del cuento de la vida, contado y hecho comprensible para seres simples, medio «animales» y medio «humanos», o los seres de la luz «hechizados» en su incipiente despertar del «hechizo» de «la petrificación», de «la maldición» hacia «la resurrección a la vida eterna», hacia su liberación divina de las negras fuerzas de la oscuridad. «Los príncipes y princesas hechizados» simbolizan a «Adán» y «Eva» en sus organismos animales, físicos y en su total pérdida de conciencia con respecto a su elevado linaje o identidad como hijos de Dios eternos, que están por encima del espacio y el tiempo. Su «padre», «el rey», es la Divinidad. «El brujo», «la bruja» o el origen de la oscuridad es «el diablo» que, a su vez, sólo es el concepto «hechizado» u ofuscado que los seres tienen de su Padre eterno.


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