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(1591-1938) 
 
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Porqué el odio y los deseos asesinos son las más altas virtudes y la base moral del ser al cien por cien masculino  1596. Para un ser «masculino» en su forma más pura la vida es, por consiguiente, muy poco complicada. En su conciencia sólo puede existir un único interés absolutamente dominante. Y este interés es la consumación de su propio instinto de conservación. Como una especie de seres así está formada por la misma clase de seres «masculinos» en su forma más pura que, así mismo, según su estructura orgánica es imposible que tengan otro interés que, precisamente, la consumación de su propio instinto de conservación, se comprenderá que esta consumación, que es una condición de vida para ellos, sólo puede existir a riesgo de su vida y, especialmente, cuando la situación en esta esfera se ha agudizado tanto, que los seres también orgánicamente están obligados a considerar los organismos físicos de otras especies como alimento. Las especies tienen, por consiguiente, que atentar mutuamente contra su vida y ser así enemigos mortales. El odio y los deseos asesinos son facultades que condicionan la vida, y son las más altas virtudes y la base moral del ser al cien por cien «masculino». Cualquier clase de facultades en dirección a una naturaleza más dulce y compasiva sólo significará un debilitamiento y una socavación de la conciencia de un ser así. Sería considerado anormal o inmoral en el mismo grado en que el ser se inclinase por la dulzura y la compasión en vez de la brutalidad y el acuchillamiento.


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