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(1591-1938) 
 
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El amor a la descendencia es amor al prójimo en su forma más latente y está sostenido por el egoísmo  1594. Como la procreación de los seres forma orgánicamente parte de la satisfacción sexual, estos seres promueven así, de una manera puramente automática, la subsistencia de la especie en virtud de su goce sexual. Pero dejando, así, que los seres crezcan de la propia carne y sangre de los padres, surgen los primeros brotes de una esfera de interés que se encuentra fuera de la pura posesión carnal del sexo contrario. Esta esfera de interés se manifiesta en una necesidad de proteger a la descendencia, hasta que haya crecido tanto que pueda valerse por sí misma. Esta forma de interés y amor hacia unos seres, independiente del sexo, es «el amor al prójimo» del ciclo de espiral o de los mundos superiores en estado latente, tan latente que aquí, en realidad, sólo puede ser estimulado por una onda soportadora de «egoísmo». Así pues, en realidad, aquí sólo aparece como una continuación de la propia naturaleza egoísta de los seres o amor hacia ellos mismos y de la consiguiente necesidad de proteger a su propia carne y sangre, aunque estén separadas de su propio cuerpo físico. Como más tarde veremos, este «amor paterno» sólo es una continuación psíquica del embarazo.


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