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(1053-1590) 
 
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Véase el símbolo nº 12 en nueva ventana    

 

El reino animal como momento decisivo para los seres, en el que pasan de la oscuridad a la luz, y el reino de la bienaventuranza como el momento decisivo para los seres, en el que pasan de la luz a la oscuridad, y la relación de los otros reinos de la espiral con esto  1585. Del mismo modo que el reino animal en su última mitad en el ciclo es una esfera oscura, porque constituye la caída de un reino y el nacimiento de un nuevo reino, cada uno de los reinos del ciclo de espiral también constituye, tal como se muestra en el símbolo por medio de las figuras en forma de círculo blanco y oscuro, la degeneración del reino y el incipiente nacimiento del siguiente reino. Pero como ya hemos indicado anteriormente, esta degeneración y este nacimiento no dan lugar en los otros reinos al estado drástico, lleno de sufrimiento y desdichado que tiene lugar en el reino animal. En este reino, lo que tiene lugar es, precisamente, la degeneración o ruina de todo un ciclo de espiral y el nacimiento de un nuevo ciclo de espiral, mientras que en cada uno de los otros reinos lo que degenera sólo son los especiales fenómenos locales propios del reino en cuestión y lo que quiere nacer sólo son los fenómenos locales del próximo reino. Mientras en el reino animal tiene lugar en la mentalidad humana terrena una transformación total de un contraste a otro, en el auténtico reino humano, en el reino de la sabiduría y en el mundo divino sólo tiene lugar, en realidad, un perfeccionamiento gradual del contraste u oposición al reino animal: "la luz", nacida por medio del derrumbamiento del reino animal. En estos reinos el individuo no va, como en el reino animal, de una especial forma de existencia a su contraste u oposición total. Aquí el ser va, simplemente, de una forma baja o más primitiva de dicho contraste o luz a una forma más perfecta de esta misma luz. Mientras el reino animal es un momento decisivo en que se pasa totalmente de la oscuridad a la luz, ninguno de los tres reinos indicados es ningún momento decisivo de paso del reino animal a su contrario. Con la entrada del individuo en el reino humano, este individuo ha terminado, claro está, con el reino animal o principio mortífero y ha entrado, por lo tanto, en "la luz". Cuando va del reino humano al próximo reino, no se trata de un regreso al estado animal ni un contraste al reino humano, sino, al contrario, de una manifestación todavía más elevada del reino humano o de la luz que la que se adjudicó al entrar en el reino humano. La entrada en el próximo reino, "el reino de la sabiduría" y el reino sucesivo, "el mundo divino" es, así mismo, una transformación hacia una forma de manifestación de la luz o del amor todavía más elevada. Pero aquí culmina el propio principio del amor. Aquí se ha alcanzado la saciedad total de este principio. Y a lo largo del "reino de la bienaventuranza" comienza la añoranza del contraste total al amor al prójimo, a saber, el principio mortífero u oscuridad. Y este reino es, por consiguiente, el momento decisivo para el ser que camina en la luz. Desde aquí cambia de rumbo dirigiéndose hacia la oscuridad. Pero como la vida cotidiana es aquí un mundo interior, dado que está formado exclusivamente del material de la memoria o recuerdos del paso por todo el ciclo de espiral, el tránsito de la luz a la oscuridad es tan suave o de unas dimensiones tan reducidas o microscópicas que tiene lugar sin ningún dolor.
      Aquí el tránsito tiene, por consiguiente, lugar a nivel interior, en donde los sufrimientos y el dolor físicos son imposibles, y no a nivel exterior, tal como sucede con el tránsito de la oscuridad a la luz. El tránsito de la luz a la oscuridad tiene así lugar casi en una especie de estado de sueño, mientras el tránsito de la oscuridad a la luz tiene lugar en un estado de conciencia diurna real y despierta. A través de la última mitad del "reino de la bienaventuranza", es decir, a través del reino mineral físico y del reino vegetal hasta el momento decisivo y la culminación de la oscuridad en el reino animal, lo central de cada reino sólo es una mejora o un perfeccionamiento del principio mortífero. Estos reinos no contienen, de este modo, ningún momento decisivo real para la oscuridad. El momento decisivo del ciclo de espiral con respecto al paso de la luz a la oscuridad es, así pues, el reino de la bienaventuranza, del mismo modo que el momento decisivo con respecto al paso de la oscuridad a la luz es el reino animal. Sin embargo, hay que advertir que el momento decisivo del paso de la luz a la oscuridad para el mundo interior hay que confirmarlo como "el mundo divino". Estos dos momentos decisivos, que, claro está, son la culminación misma de la luz y la oscuridad, están indicados en la parte superior del símbolo. La zona oscura es, como ya hemos dicho, la oscuridad del ciclo de espiral, mientras la zona clara es la luz del mismo ciclo.


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