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(1053-1590) 
 
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Por qué el hombre terreno o "el hombre" y "la mujer" tienen que "nacer de nuevo del agua y del espíritu" para entrar en "el reino de los cielos"  1558. La estructura orgánica, con la cual se crea "la oscuridad", consiste, así pues, en los dos estados sexuales comúnmente conocidos como "sexo masculino" y "sexo femenino". Cada uno de estos dos sexos ha sido creado exclusivamente para estimular la culminación de la sensación de "derecho de propiedad" del ser. El objeto de este derecho de propiedad es, naturalmente, ante todo el ser de sexo contrario necesario para la felicidad de un ser así. Como su estructura orgánica le impide poder experimentar una felicidad fundamental sin la vida marital con un ser así, sólo puede proteger su felicidad velando, precisamente, con todos los medios que tiene a su alcance por la posesión de un ser así, que una vez ha conquistado. El hecho de que, debido a esto, sienta antipatía, enojo o celos contra su propio sexo, sólo es una fase en la defensa de su propia felicidad normal. Dicho "propio sexo" es, claro está, un rival ante "el sexo contrario", se trata de rivales en la lucha para alcanzar la felicidad. Pero, con ello, los seres debido a su estructura orgánica se encuentran en la imposibilidad de poder amar a los seres de su "propio sexo" como se aman a sí mismos. No pueden de ninguna manera cumplir la gran ley del amor, que es el cumplimiento de todas las leyes. Pero así se convierte en un hecho que con esta estructura tampoco pueden convertirse en un "hombre perfecto" según el modo de ser de Cristo o a "imagen" del Padre a su semejanza, que según la voluntad o plan de Dios ya se decidió antes de la creación. Mientras la estructura orgánica del ser condicione que la sensación total de felicidad se base exclusivamente en "el derecho de propiedad" o sensación de posesión de seres del sexo opuesto, su más alto concepto moral sólo puede ser "mejor recibir que dar". Y con este concepto como suma condición moral está claro que el ser "tiene que nacer de nuevo del agua y del espíritu" para entrar en "el reino de los cielos" (el auténtico reino humano).


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