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"El disfrute del árbol de la vida" es lo mismo que la alegría o felicidad que da el despliegue del amor al prójimo, y que lleva a "la conciencia cósmica" o facultad de estar despierto con conciencia diurna en el mundo "físico" y en el mundo "espiritual" | 1552. Este "disfrute" es, a su vez, lo mismo que la inspiración, la alegría y la felicidad de amar a su prójimo. Aquí no se piensa, naturalmente, en una actuación simplemente disciplinada, ejercitada según la presunta "educación" o "usos y costumbres", que para una gran parte sólo es una facultad estudiada para camuflar u ocultar los lados inhumanos o sin amor de la naturaleza del ser, cuando directamente le dan a quien la tiene una apariencia de cultura o "amor al prójimo". No, el amor al prójimo es algo mucho más profundo e íntimo. Es vivir y trabajar de modo que esta vida y este trabajo se conviertan en caricias para el conjunto de toda la humanidad. Desear encontrar alegría en el hecho de consagrar su vida y sus fuerzas a esta manifestación es "disfrutar del árbol de la vida". Es lo mismo que verdaderamente vivir. Es ser "uno con el Padre a su imagen y semejanza". Y esta verdadera vida comienza, así pues, a imponerse fundamentalmente en la voluntad del individuo a partir de su experiencia total del "gran nacimiento". Tras esta experiencia o "iniciación" el ser vive con conciencia diurna despierta en el mundo espiritual, al mismo tiempo que vive en la zona física con su facultad de experimentar con conciencia diurna despierta. |
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