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(1053-1590) 
 
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Cómo desaparece "la conciencia cósmica" del ser, y este ser experimenta con ello que "muere la muerte"  1547. Con el incremento del crecimiento o evolución hacia "el reino animal" en la zona física, el yo vegetal "se envuelve" cada vez más en la materia física y finalmente se convierte en un ser de materia animal o carne y sangre en forma de "hombre terreno", que sólo piensa y actúa en interés del egoísmo, que, en realidad, es lo mismo que el principio mortífero. Vive en un hambre permanente de materia, desde bienes y oro (que preferentemente acumula a su alrededor como una seguridad para el futuro y como una especie de sustituto de la perdida fe o creencia en la Providencia y la vida) hasta los organismos de otros seres, que, con ayuda del carnicero, despelleja y descuartiza convirtiéndolos en material tanto para sus banquetes como para su alimento más cotidiano. Sigue haciendo esto incluso en estadios evolutivos en que comer carne y sangre ya no es ninguna condición para la vida, de hecho, en los que comer tales materias es incluso directamente perjudicial o insano y, por consiguiente, fomentador de enfermedades y de vejez. Que el individuo, con esta hambre de materia aparentemente insaciable o voraz, desencadena un interés tan dominante y preponderante por disfrutar de alimentos animales y conseguir riquezas materiales que hace que deje totalmente atrás el interés por su alma y su espíritu, no puede extrañar. Y en aquello por lo que no se tiene especial interés se piensa muy poco o no se piensa en absoluto. Y aquello sobre lo que no se piensa, se olvida, degenera y muere en el mundo de los propios pensamientos. Y así degenera o desaparece poco a poco el conocimiento cósmico del ser sobre su inmortalidad o existencia eterna. Los seres se sienten aquí "uno con la materia", con "lo temporal", de modo que niegan totalmente su inmortalidad y yo eterno. Creen que todo es "temporal", que todo es perecedero y, con ello, también su propio ente o yo. Comen materia, reúnen materia a su alrededor y se entierran tanto en la materia que no pueden percibir otra cosa que materia. Creen, por consiguiente, que ellos mismos sólo son polvo casual ante fuerzas de la naturaleza igual de casuales. No comprenden, así pues, que tras la naturaleza, el universo y los organismos de los seres vivos hay alma, espíritu y yo. ¿Puede el ser vivo ser una mayor representación de "la muerte"? Si "la muerte" tiene que experimentarse por un ser con verdadera conciencia diurna despierta, ¿cómo puede, entonces, manifestarse más satisfactoriamente, con más detalles y de una manera más inquebrantable? El segundo peldaño de la escala evolutiva del ciclo de espiral es, por consiguiente, "la zona de la muerte" de la existencia. Aquí todos los seres experimentan "la paga por el pecado". Aquí todos son seres que están experimentando "morir la muerte".


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