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(1053-1590) 
 
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Lo que ocasionan los remordimientos de conciencia  1527. A través de esta parte de la vida eterna que hemos explicado en este tomo, hemos mostrado exhaustivamente cómo la psique del hombre terreno constituye una "mentalidad animal" en degeneración y una incipiente "mentalidad de hombre". Que esta psique de hombre terreno no es en sí misma ningún estado agradable, es también evidente para nosotros. Como la mentalidad animal tiene millones de años tras sí, y el individuo, por consiguiente, se ha servido de esta mentalidad durante miles de vidas, dicha mentalidad se ha convertido en una conciencia habitual colosal y profundamente arraigada. Los conceptos morales en los que se basa todavía existen en gran medida como algo de lo que el hombre terreno casi no puede liberarse. Y como este hombre, a través de una moral y una educación de miles de años y de la experiencia de los sufrimientos, que no está a favor de las tendencias animales, sino que directamente estimula una actitud hacia la vida diametralmente opuesta, que, a su vez, produce en lo más íntimo el deseo o la voluntad de humanitarismo o un cierto grado de amor al prójimo, este lado de la mentalidad del individuo entra en conflicto con el lado de la misma mentalidad que todavía representa su estado primitivo o las tendencias animales, cada vez que estas tendencias han sido las más fuertes en la conciencia y se han desplegado. Cada vez que un individuo así se ha encolerizado o ha tenido un acceso de ira ante su prójimo, es más, quizá directamente lo ha agredido y torturado tanto física como anímicamente, tarde o temprano "se arrepiente" o "deplora" su actuación. Este "arrepentirse", que, claro está, es lo mismo que "remordimientos de conciencia", sigue atormentando al individuo hasta que más tarde o más temprano pide disculpas a su prójimo y, de este modo, se pone en armonía con él. Estos remordimientos de conciencia son, por consiguiente, lo mismo que el descontento con el propio modo de ser o actuar, que surge cada vez que uno, en su conciencia, no ha seguido las tendencias puramente "humanas", sino que al contrario ha seguido las puramente "animales" frente a su prójimo, o dicho de otra manera, cada vez que, igual que Saulo, se descubre que "Por cuanto no hago el bien que quiero, antes bien el mal que no quiero".


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