Lee y busca en El Tercer Testamento
Por qué el principio autócrata o dictatorial ya no puede ser el principio que dirige un gobierno | 1506. Algunos quizá opinen que una forma de gobierno democrática así es, en realidad, totalmente antinatural, dado que lo más razonable tendría que ser instituir a los intelectuales como líderes y autoridad suprema del estado con poder ilimitado. Evidentemente, un ser concreto con la necesaria evolución e intelectualismo instituido como dictador o autócrata ilimitado tendría que ser lo más preferible. Y esto sería, naturalmente, cierto si no hubiera algo que se llama evolución, que poco a poco llevó a los hombres terrenos a pensar por sí mismos. Una forma así de gobierno es, claro está, la que precisamente ha llevado a los hombres terrenos a su estadio actual. Un ser así dotado intelectualmente o con una capacidad consciente para reinar es la base del concepto "rey". "El rey" era en un principio un ser precisamente así, dotado de autoridad y poder ilimitado, tenía incluso poder sobre la vida y muerte de los súbditos. Los grandes reinos del pasado junto al Nilo estaban gobernados por poderosos faraones o reyes "iniciados", cuyas palabras eran leyes que el pueblo tenía que cumplir por medio de castigos y pena de muerte. Estas leyes de los reyes o faraones "iniciados" eran reglas de vida, que eran las precursoras absolutamente necesarias del estado evolutivo a que debía conducirse la humanidad terrena. Y estos reyes existieron, así, durante un cierto tiempo, mientras los hombres terrenos todavía eran suficientemente primitivos y sin pensamiento autónomo y sin las grandes tendencias a la degeneración, que hoy los caracteriza, y que son una bendición divina para estos seres. Pero los hombres no continuaron viviendo en la misma ignorancia e ingenuidad, que los animales, sino que comenzaron a aprender de sus experiencias. Un individuo tras otro comenzó a pensar sobre las cosas o las experiencias cotidianas, sobre los sufrimientos y fatigas de cada día. Pero como este pensamiento autónomo, y la opinión o los criterios autónomos consiguientes no eran necesarios, es más, ni siquiera eran legales para un súbdito de la zona de un autócrata o dictador, comenzó poco a poco a surgir un conflicto entre la incipiente evolución de la facultad autónoma de pensar del individuo y la dictadura o poder real. El individuo comenzó a experimentar la dictadura, que antes era un guía, una bendición, una protección, como un estorbo para su vida intelectual y psíquica incipiente y autónoma. Y poco a poco se fue haciendo cada vez más difícil para un dictador o rey mantener toda su autoridad y poder. Fue necesario usar violencia y pena de muerte en mucha mayor escala que anteriormente, lo cual hizo que los reyes o faraones con un grado muy alto de iniciación o humanitarismo ya no eran aptos para desempeñar cargos dictatoriales u ocupar tronos reales. Individuos con un grado primitivo de humanitarismo y sin ninguna iniciación en absoluto, y revelándose directamente como tiranos con tendencias perversas o sadistas unidas a un ansia insaciable de poder, se encarnaron a veces con dignidad real y se convirtieron en los soberanos de los hombres terrenos hasta el momento actual, en el que el manto de púrpura, la corona y el cetro son más bien un objeto de museo, un disfraz, un traje de película que un traje natural de un rey moderno o una persona que gobierna hoy. |
Comentarios pueden mandarse al Martinus-Institut.
Información de errores y faltas y problemas técnicos puede mandarse a webmaster.