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(1053-1590) 
 
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Que la función orgánica del hombre terreno tiene que modificarse, de modo que en vez de estimular el egoísmo y el principio mortífero estimule el altruismo o amor al prójimo, es algo natural  1503. De lo que la humanidad terrena no tiene, en cambio, una conciencia tan viva es del hecho de que la forma más perfecta de existencia no es un simple modo de vivir, que se les puede dictar a los seres por medio de leyes, de que es totalmente imposible como un simple cumplimiento de un dictado, una orden o un mandato. El hombre terreno no ha comprendido totalmente que todas las formas de vida son resultado o producto de una función orgánica. De la misma manera que no se puede ser un "hombre" si no es en virtud de una función orgánica, y no se puede ser "mujer" si no es, así mismo, en virtud de una función orgánica característica de esta forma de vida, tampoco se puede constituir ningún otro ser si no es en virtud de una función orgánica especial para el estado de ser en cuestión. Ser un "animal" o un ser mortífero, que sólo puede mantener su existencia por medio de un instinto de conservación estimulado por el egoísmo, es, de este modo, el producto exclusivo de una función orgánica especial. Pero, ¿cómo puede un ser, que es la antítesis de esto, una forma de vida, que en vez de estar condicionada por el matar esté condicionada por el dar vida (desencadenar amor), ser un producto de la misma función orgánica? Pero si no puede serlo, tiene que ser una evidencia que la función orgánica del hombre terreno tiene que crearse de nuevo, tiene que modificarse de modo que en vez de estar a favor del egoísmo y, por consiguiente, del instinto de conservación mortífero esté a favor del altruismo y, con ello, del principio del amor al prójimo o que da vida.


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