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(1053-1590) 
 
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Por qué no hay que enquistar el despliegue del "amor al prójimo" en la creación de sectas, en la naturaleza de una asociación o del partidismo  1494. Pero un ser que está animado por un espíritu así o un deseo tal es, claro está, de modo correspondiente mentalmente luminoso. Si un ser así es encerrado en una secta o asociación, esto corresponde en realidad a que "pone su luz bajo un celemín o mueble", que precisamente es lo que no tiene que hacer. Si se ponen todas las bombillas eléctricas de una gran casa juntas en una de las habitaciones de la casa y se las deja que iluminen aquí, esta habitación estará exageradamente iluminada, al mismo tiempo que las otras habitaciones de la casa estarán en la oscuridad total. Si cada ser humanitario o cuyo amor al prójimo lo hace ser luminoso se encierra con todos los otros seres luminosos en una asociación, esto equivale a que encierran su luz o amor al prójimo en una habitación mental. Igual que las bombillas juntas, darán una luz extremada en esta habitación. Los miembros vendrán aquí para verse a sí mismos en una luz demasiado fuerte. Se creerán "santos" y "mejores" que los que no son miembros de esta secta o asociación, al mismo tiempo que, desde el punto de vista espiritual, se han aislado de la mayoría. Se han convertido en una sociedad dentro de la sociedad. Pero una sociedad moral fuera de la sociedad no puede, claro está, iluminar dentro, sino fuera de la sociedad de la que se ha aislado. De este modo, sólo un tanto por ciento muy pequeño de la luz beneficiará a la gran sociedad general, mientras que el resto se perderá. Que cada individuo crezca y se libere del grupo es algo natural, pero no es natural que este mismo individuo se aísle de este grupo dejando que su alta luz mental sólo brille sobre seres de su mismo parecer enquistados en una asociación o secta, favoreciéndolos de este modo. Para que la luz moral de un ser beneficie plenamente a la mayoría o sociedad, quien irradia esta luz tiene que permanecer entre esta mayoría o en esta sociedad y no tiene que alejarse rápidamente de ésta afiliándose o adhiriéndose a una asociación moral o secta y, así, "poner su luz bajo un celemín" para a esta mayoría. Un ser luminoso es más necesario en la sociedad corriente que en una asociación formada solamente por seres luminosos, y en la que, por consiguiente, de antemano se está, o se cree estar, dotado de una luz moral perfecta. Y, a propósito, ¿no les dijo el redentor del mundo o Cristo a sus discípulos o colaboradores: "Id al mundo y haced de todos los hombres mis discípulos bautizándolos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo"? ¿Qué quiere decir "Id al mundo"? ¿No quiere decir precisamente ir a la gran mayoría, a la vida, a los hombres, que todavía no se habían convertido en "discípulos de Cristo", que todavía no habían llegado a la perfección en moral y modo de ser? En todo caso, no tiene que tratarse de los hombres que ya son perfectos o discípulos, porque con respecto a los hombres, que ya son discípulos, no es necesario, claro está, dar ninguna prescripción de hacerlos "discípulos". Por consiguiente, en el mandato de Cristo a sus apóstoles no hay nada en absoluto que diga que tenían que afiliarse a las sectas o sociedades morales existentes, o que ellos mismos tenían que crear sectas, corrillos o clanes. Al contrario, ¿no dice, precisamente, en otro lugar que "los últimos serán los primeros"? ¿Quiénes son "los primeros"? ¿No son, precisamente todos los que se han adherido a una sociedad moral o son miembros de un movimiento religioso o espiritual y, por lo tanto, ya son, o creen ser, un "discípulo de Cristo" o un mantenedor o cumplidor de la moral, y creen encontrarse entre "los primeros" en el dominio de la moral o la perfección?


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