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Por qué las prescripciones morales transmitidas no pueden subsanar los contratiempos de la vida sexual actual  1483. Quizá se alegue aquí que lo más perfecto en una situación así es no realizar el coito, tener total continencia sexual. Pero, ¿es esto cierto? ¿En que se basa una opinión así? No se basa en la ciencia ni en un verdadero conocimiento cósmico, sino exclusivamente en una fe en dogmas. Y como esta fe en los dogmas o autoridades no puede resistir a una investigación verdaderamente lógica como la ciencia, es de modo correspondiente "superstición". Mientras esta "superstición" era anteriormente casi inofensiva, dado que las situaciones en las que "prevenir la fecundación" podía tener actualidad casi no existían, ahora es totalmente diferente. Ahora los dogmas morales sobre continencia sexual, que han sido transmitidos, pueden actuar en muchas situaciones como un "mal" terrible. De hecho, en el peor de los casos producir enfermedad sexual, por no nombrar todas las paternidades tremendamente fracasadas que miles de niños tendrían si estos dogmas, que, claro está, van contra todo "impedimento de la fecundación" a favor de una continencia sexual total fuera del matrimonio, tuvieran que cumplirse. Una continencia así supondría, claro está, que todas las personas totalmente ineptas para la paternidad tendrían incondicionalmente que casarse, si desean satisfacción sexual. Pero, ¿de qué le serviría a un hijo tener dos padres así de imposibles y el correspondiente hogar imperfecto? ¿No creen que lo mejor aquí pueda ser renunciar al cumplimiento del dogma a favor de "la prevención de la fecundación"? Dado que la ineptitud como "padre" se debe principalmente a degeneración matrimonial, y esta degeneración no significa en absoluto una disminución del deseo sexual de los seres en cuestión, al contrario, más bien significa un reforzamiento de este deseo, es evidente que imponerles a estas personas ascesis o una continencia sexual total no puede ser ni justo ni perfecto. La naturaleza no exige, naturalmente, continencia sexual total a los seres cuyo deseo e instinto sexual ha intensificado. Que "impedir la fecundación" se convierte en el remedio ordenado por la naturaleza misma a través de la inteligencia del ser es aquí un hecho. Si la naturaleza verdaderamente exigiera "el enlace por medio del sacerdote" o matrimonio como condición para la satisfacción sexual, también tendría, claro está, que haberlo adaptado de modo que hubiera la misma cantidad de seres de ambos sexos, lo cual no es el caso. En situaciones y países donde, por ejemplo, hay muchas más mujeres que hombres o a la inversa, es imposible que la naturaleza les exija matrimonio a todos los seres, del mismo modo que, naturalmente, tampoco exige que los seres sobrantes estén excluidos de todo gozo sexual. Como se puede ver, las prescripciones o dogmas sexuales y morales transmitidos sobre continencia o ascesis no concuerdan con el actual hombre terreno avanzado intelectualmente. En estadios anteriores de su evolución, su psique sexual era totalmente diferente. Por un lado sus deseos o exigencias sexuales no eran tan fuertes como actualmente, y por otro lado el matrimonio y la descendencia eran algo mucho más natural para todos los seres que hoy en día. Pero si antes la actitud sexual de los hombres terrenos era distinta, sus prescripciones morales con respecto a la sexualidad también tenían, claro está, que ser de modo correspondiente distintas. Tener que vivir hoy según la moral y las prescripciones creadas por este hombre anterior con una actitud sexual totalmente distinta sólo puede, por lo tanto, ser un error absoluto.


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