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Desde el punto de vista matrimonial, el hombre y la mujer terrenos no son como el hombre y la mujer primitivos del pasado  1476. Y la solución de este enigma comienza ahora a ser una condición de vida para el hombre terreno, dado que esta humanidad ya no está en la misma medida en contacto con las prescripciones y doctrinas morales transmitidas por los grandes guías. Mientras un contacto con estos dogmas del pasado le daba al hombre terreno una gran felicidad fundamental por medio del matrimonio, ya que el matrimonio era el único valor fundamental y primordial de la existencia, que sobrada o profusamente podía llenar la conciencia y la vida cotidiana del individuo, el matrimonio de hoy, como ya sabemos por análisis anteriores, es de una naturaleza que hace en muy amplio grado desgraciada la vida. De hecho, a veces puede convertirse directamente en trabas que atan mentalmente al cónyuge, de modo que no puede, dado el caso, tener ningún interés intelectual sin encontrar resistencia y un frío glacial en la otra parte del matrimonio. Muchos cónyuges han llegado, así, a la situación de tener que acceder a las exigencias de la parte descontenta y que odia cualquier clase de interés y, así, estancarse espiritual o psíquicamente ellos mismos. Para un ser así el matrimonio sólo es una cárcel mental. Pero cuando la conciencia del individuo ha adquirido poco a poco una naturaleza tal que el matrimonio, en el estado de madurez de dicho individuo, sólo puede experimentarse como feliz en forma de "luna de miel", es decir, como una repetición muy corta de un estadio evolutivo más o menos pasado y que, por consiguiente, ya no forma parte del actual estadio del ser de otra manera, mientras su actual estadio muestra una esfera de intereses más o menos grande, vemos entonces que el individuo de hoy no es el mismo hombre primitivo (desde el punto de vista matrimonial) que el hombre del pasado, al que se habían dado las prescripciones morales transmitidas y para el que eran directamente adecuadas. Por lo tanto, es muy natural que el ser hoy no pueda cumplir al cien por cien estas prescripciones morales. Se muestra como igual de natural que el hombre no pueda "abandonar a su padre y a su madre y unirse a su mujer" en el mismo grado que en el pasado.


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