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No son los médicos, sino los políticos, quienes tienen que remediar la miseria que afecta a los nacimientos que tienen lugar en la sociedad, porque el estado todavía no reconoce su responsabilidad económica  1471. Pero hoy la dirección de la sociedad todavía es de una naturaleza tal que traer hijos al mundo se convierte para muchos en un asunto económico, es decir, un asunto sobre si se tienen o no se tienen medios para tener hijos. Pero como un instinto matrimonial o un deseo sexual perfecto, sano y natural tiene derecho a ser satisfecho, totalmente independiente de la economía del individuo, cada nacimiento de un hijo supone para personas con una mala situación económica una carga terrible, es más, incluso para muchos insuperable. Que se aconseje o directamente se luche para la legalización del asesinato del embrión o del feto o aborto provocado es una seducción a transgredir el quinto mandamiento "no matarás", que clama al cielo, y no puede de ninguna manera ser la política que salvará a la sociedad. No puede ser en absoluto expresión de verdadera cultura o civilización combatir la pobreza y el proletariado matando individuos, y sobre todo no puede serlo porque la Tierra tiene riquezas y posibilidades en abundancia para la vida. Por consiguiente, no son los médicos, sino los políticos los que tienen que remediar la miseria que afecta en gran medida a los nacimientos que tienen lugar en la sociedad. No es matando y exterminando a los hombres, sino administrando y repartiendo los bienes y riquezas de la Tierra que se crea verdadero humanitarismo y auténtica cultura.


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