Lee y busca en El Tercer Testamento
   Apdo.:  
(1053-1590) 
 
Búsqueda avanzada
   

 

El estado todavía no conoce su responsabilidad ante el principio de la reproducción y construye abiertamente lujosos palacios para la administración, al mismo tiempo que sólo ayuda con "beneficencia" a la sobrevivencia de su propia descendencia o su propia carne y sangre  1465. Los gobiernos y órganos directores de los estados consideran, así pues, en gran medida que es más importante construir ayuntamientos lujosos y sobredimensionados o palacios para la administración que crear una garantía y una seguridad absolutamente perfecta para la sobrevivencia de la especie. Esto se muestra por el hecho de que todavía no han descubierto en ningún grado especial su responsabilidad en este campo y, por consiguiente, tampoco tienen en grado suficiente aquí ningún sentimiento de deber. No muestran interés y no están despiertos ante el hecho de que un jornalero y su esposa tengan ocho, diez o doce hijos. Estos doce pequeños individuos están totalmente abandonados a las posibilidades o eventualidades económicas frecuentemente desesperadas de dos pobres padres. De hecho, el estado interviene, naturalmente, y concede que se le descuente al padre tal o tal cantidad del impuesto estipulado, del mismo modo que, en ciertas circunstancias, da la denominada "ayuda social", que en realidad sólo es un nombre más discreto para "la beneficencia". Pero, ¿no es deshonroso para el estado o la sociedad ocuparse de la sobrevivencia de su especie de esta manera casi avara? Que el estado de tal manera, aunque indirectamente, descuide el nacimiento o encarnación en el mundo de cada niño es una tradición absolutamente pagana, es más, es incluso un reflejo del estado animal, en el que los animales tienen tendencia a devorar a su propia descendencia. ¿Hay alguna misión al servicio del estado más grande que la de la pareja de padres que han puesto en el mundo tantos o tantos hijos y así, por medio de su propia carne y sangre, le han regalado al estado o a la humanidad tantos y tantos nuevos individuos sanos? ¿No han cumplido una de las condiciones sin la cual ni la humanidad ni el estado puede subsistir? ¿No es a tales padres a quienes tiene que darles las gracias por la continuación de su existencia? Pero, ¿por qué empuja a dos personas así al proletariado, la miseria y la pobreza al no querer reconocer en grado suficiente su parentesco con la descendencia de estas personas, sino que al contrario sólo le da una especie de humillante "pan de caridad" en forma de la antes mencionada "ayuda a los pobres"? A decir verdad, ¿no es así de simple? ¿No da prueba así de su pobreza espiritual o estado psíquico infantil? El estado es, así pues, en realidad un "individuo" muy "joven". Todavía deja que su existencia y sobrevivencia sea estimulada por quienes carnalmente son su origen, del mismo modo que los padres estimulan la existencia del bebé. Pero del mismo modo que el bebé crece hasta llegar a la edad de discernimiento, el estado también superará el estadio infantil y comprenderá que es lo suficientemente mayor de edad y fuerte para ocuparse de su propia sobrevivencia y existencia. Ya no seguirá dejando ciegamente que la procreación y continuación de su especie sea estimulada gratuitamente por los padres, que tienen que matarse trabajando como bestias, siendo oprimidos en el proletariado solamente porque cumplen las condiciones sexuales de la naturaleza para la sobrevivencia de la especie.


Comentarios pueden mandarse al Martinus-Institut.
Información de errores y faltas y problemas técnicos puede mandarse a webmaster.