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El hombre terreno "no consciente cósmicamente" trata a su prójimo o a los seres existentes como "materia"  1436. Al creer el hombre terreno que el prójimo es "materia", su relación con este prójimo es una relación con la materia y un maniobrar "la materia". Desea que se acomode y se forme a favor de él mismo. Y donde este prójimo no se somete sin oponer resistencia a este moldeado, usa más o menos fuerza exactamente igual que ante "la materia" o "sustancia". Si la roca o la piedra no ceden al martillazo normal, se usan explosivos. Cuando el prójimo tampoco cede a la fuerza mental, el habla y las palabras corrientes, entonces se usan explosivos, violencia y fuerza contra él. Cuando no se deja doblegar, a veces es exterminado. Se tira al basurero de la vida exactamente como cualquier antigualla o cosa inútil que ya no le sirve a su verdugo. El hombre terreno primitivo intenta, así pues, recortar o reconstruir a este prójimo, según mejor sea a su propio favor, no según sea mejor a favor del prójimo. Y es esta falta de consideración lo que revela que el ser no puede percibir "vida" en su prójimo y que éste, en realidad, sólo se percibe como "materia", aunque, naturalmente, lo vea con la figura de un "ser vivo". El ser que golpea a su prójimo o lo persigue, porque no está a su favor, no conoce la diferencia entre "materia" y "espíritu". Desea ponerlo en su yunque y cree que puede darle forma con su martillo, igual que con el yunque y el martillo se puede dar forma a un trozo de hierro candente. Y si de este modo no puede darle forma al ser, se convierte frecuentemente en su "enemigo mortal" y hace luego todo lo posible para su aniquilación.


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