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(1053-1590) 
 
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Como el Creador o el algo divino es un fenómeno eterno, la existencia tiene sentido. La existencia se convierte en la culminación de "la justicia"  1410. Pero como este algo es, por consiguiente, el núcleo de la vida, es lo propiamente "vivo" en todas las manifestaciones, en todos los cuerpos u organismos es, con ello, "lo que manda" o "lo que da órdenes", tanto sobre las materias, sobre los organismos, sobre su creación o formación como sobre su fin o cese, también se muestra así mismo que el ser vivo consta de dos cosas, a saber, un "algo" y las manifestaciones de este "algo", sus producciones o expresiones, dicho en pocas palabras: "el creador" y "lo creado". De estas dos apariciones sólo "lo creado" puede ser variable, puede haber surgido y puede de nuevo perecer, mientras que "el creador" es imposible que haya sido creado. "El creador" es, claro está, "esto" que desea que "lo creado" llegue a ser algo, que la manifestación llegue a ser algo, y por mandato de cuya voluntad suceden las cosas. Pero si "el creador", igual que "lo creado", ha llegado a existir, ¿por mandato de qué voluntad, por deseo y anhelo de quién ha llegado entonces a existir este "creador"? Como "lo creado", es decir, tanto las manifestaciones, las fuerzas de la naturaleza existentes como los seres vivos sólo han llegado a existir exclusivamente en virtud de un "creador" precedente, este "creador" es, por consiguiente, el origen absoluto de las cosas. Y antes de este "creador" no puede nunca haber habido otra cosa que una "nada" absoluta. Pero de "nada" es imposible que surja "algo", del mismo modo que "algo" es imposible que se convierta en "nada". Pero, así, este "algo" divino, que es el origen de las cosas, tanto tras todos los fenómenos exteriores, las fuerzas de la naturaleza, los soles, los planetas o las estrellas como dentro de cada organismo vivo, se muestra aquí como un fenómeno "eterno", dado que no puede haber surgido de "nada" y, así mismo, tampoco puede nunca convertirse en "nada". Dicho "algo" está, así pues, tras cada forma de vida, está tras la formación y aparición de cada organismo o cuerpo y sigue existiendo tras su destrucción. La formación, aparición y destrucción de los cuerpos sólo son, por consiguiente, detalles de "la existencia eterna" de este "algo". Sin estos detalles, esta "existencia eterna" no habría podido destacarse de ningún modo y sería, por consiguiente, imposible como "experiencia". Pero, con ello, toda la existencia tiene repentinamente sentido. Todo lo que antes parecía una culminación de sangrienta injusticia se muestra ahora, de pronto, como la culminación de "la justicia".


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