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Por qué la estructura espiritual del "Antiguo Testamento" dio lugar al "principio de los negocios", que hoy domina el mundo, y se convirtió en un medio a través del cual se podía disfrazar la apropiación desmesurada de bienes a costa del prójimo  1316. En realidad, toda la estructura espiritual o mental del "Antiguo Testamento" sólo se basaba, de este modo, en el principio que rige el egoísmo convertido en leyes y fenómenos materiales. Este principio dio lugar al comienzo del "principio de los negocios", que hoy es en alto grado señor del mundo o lo domina. "El principio de los negocios", que en sí mismo es altamente divino, dado que condiciona que se dé "el mismo valor por el mismo valor", y en caso contrario significaría, claro está, "vivir a costa" de la sociedad o de la existencia, se convirtió, de este modo, en el principio por medio del cual los seres todavía podían, un trecho de camino a lo largo de la evolución, disfrazar su muy exagerado egoísmo, su deseo de adquirir los bienes de la vida a costa de su prójimo. Se convirtió en un medio con el cual esta desvergonzada satisfacción podía directamente disfrazarse a lo largo de los siglos. Se convirtió en un medio con el cual uno podía por "el camino de la justicia" dejar que las autoridades todavía imperfectas se ocuparan de esta tendencia animal del hombre terreno y la protegieran. La desvergonzada satisfacción de sus exagerados deseos egoístas, que antes tenía que alcanzarse por medio de una fuerza personal o individual claramente ruda y bruta, por medio de las manifestaciones de asesinato, homicidio y opresión u otras disposiciones guerreras enaltecidas por las religiones del pasado, necesarias para alcanzar "el paraíso", encontró, por medio del "principio de los negocios", una especie de canal abierto hacia una esfera mental superior, donde oficialmente se comenzó a tener un concepto más elevado de la Divinidad, que exigía la abolición del asesinato y el homicidio y ulteriormente exigió que era mejor dar que tomar, de hecho, exigió directamente que se tenía que amar al prójimo como a sí mismo. Este concepto de la Divinidad y esta actitud con respecto al prójimo eran, claro está, para un adorador así de los dioses de la antigüedad o del poder y de la fuerza bruta, para un adorador de los dioses de la venganza y la explotación directamente una monstruosidad, y para los demás hombres terrenos de su tribu, que estaban más evolucionados y, por consiguiente, tenían una actitud más amable hacia el nuevo concepto de Dios y de la moralidad, tampoco era nada que de manera directa podía ser enteramente aceptado de inmediato.


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