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La facultad de dar regalos todavía es en su mayor parte un "talento de negocios", que convierte una parte correspondiente de "la generosidad" de quien los da en un despliegue "comercial" o adoración de su propio "yo"  1315. Pero cuando lo más elevado y más santo de la mentalidad humana terrena, el amor matrimonial mutuo, se considera como análogo a una "mercancía" y se legaliza por medio de la ley del "principio de los negocios", ¿qué fenómenos de esta misma mentalidad no están sometidos al mismo principio "de los negocios"? La facultad de la mayor parte de la humanidad terrena de "dar regalos", ¿no es también una especie de "principio de los negocios"? El tanto por ciento de "regalos" que se da por altruismo o amor absoluto, sin esperar la más mínima forma de correspondencia, de hecho, incluso sin que uno siquiera se moleste si no recibe "las gracias", es muy pequeño. La mayor parte de "los regalos" que se dan son "pagos anticipados", disfrazados por algo que uno desea y que con su generosidad espera poder obtener más fácilmente. Un donante así no tiene siempre rápidamente conciencia del motivo de su "generosidad". Por lo demás, tampoco está tan interesado en tenerla. Por regla general prefiere verse a sí mismo como el gran idealista o como el "buen" donante "altruista". Pero si descubre que su "generosidad" no tiene el efecto proyectado, la decepción y el enfado, y la consiguiente indignación contra el que ha recibido el regalo, se muestran en su conciencia, que revela que "el regalo" era, en sumo grado, egoísta y, por ello, sólo era en realidad un "pago anticipado" disfrazado para obtener la satisfacción de un deseo en virtud de él. "La generosidad" del "donante del regalo" era, así pues, una adoración disfrazada de sí mismo.


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