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(1053-1590) 
 
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La sentencia de muerte y la destrucción de "la adoración del nacionalismo" o de "la idea de raza de señores" del pueblo judío  1305. Y del mismo modo que "los judíos", estas razas no judías también tienen que atravesar poco a poco el cataclismo o día del juicio final de la degradación o recibo de vuelta de sus actos, para luego convertirse en igual de geniales en los campos del altruismo, tales como la ciencia o investigación, tanto en la moralidad como el humanitarismo, como antes eran geniales en el campo egoísta y disfrazado del sistema de los negocios. ¿No fue, por lo demás, un "genio judío" el que se mostró al mundo como un "Cristo"? ¿Es posible imaginarse una mayor capitulación de una "raza de señores"? ¿Es posible imaginarse un brote mayor de destrucción de "la adoración del nacionalismo" que el hecho de que en el propio círculo de esta adoración nazca un genio universal del "internacionalismo"? En medio de un pueblo, con una religión, una fe y unas leyes que tenían exclusivamente como fundamento la exaltación del egoísmo o de los deseos egoístas de la nación, nació un genio que se convirtió en una fuente mental, cuya "agua viva" daba lugar a una inundación tal de los viejos terrenos mentales que había gran peligro de que todos los ideales, toda la veneración y adoración egoísta de la nación a costa del "internacionalismo" o el altruismo, toda la creencia de ser "el pueblo elegido de Dios" como una "raza de señores" tenían que sucumbir con la inundación. No es extraño que los sumos sacerdotes ortodoxos, los fariseos y escribas de esta "creencia en una raza de señores" o "nacionalismo" buscaran a toda prisa detener esta fuente, buscaran matar a este genio. Pero "no sabían lo que hacían". Creían que matando el cuerpo físico del genio y encerrándolo en un sepulcro en la roca, fortificado con guerreros fuertemente armados, se habían asegurado la posición de "los judíos" como "pueblo elegido de Dios". No comprendieron en absoluto que la fuente era un espíritu inmortal, cuya corriente que mana eternamente era imposible detener. No sabían que "el judaísmo" ortodoxo hacía ya tiempo que estaba determinado a sucumbir, que había perdido su fuerza fundamental cuando Dios había hablado a "Abraham". No sabían que la promesa divina: "En tu linaje serán bendecidos todos los pueblos de la Tierra" era la propia anunciación por Dios de la destrucción del "judaísmo" ortodoxo, era la sentencia de muerte de todo "nacionalismo" y toda "idea" egoísta de "raza de señores". Por esto no vieron que cuanto más alzaban a "Jesús de Nazaret" en la cruz del Gólgota, es más, cuanto más se mofaban y burlaban de él colgando verdaderos "ladrones" a su alrededor más abrían las esclusas del "agua viva". Y miren, una inmensa corriente de esta "agua" divina brotó a chorros sobre el mundo, se convirtió en arroyos, ríos y lagos mentales, en cuyo ámbito los ideales ortodoxos y egoístas y "las ideas de raza de señores" o creencia de ser "los favoritos de la Divinidad" no podían de ninguna manera prosperar, sino que iban a ser perseguidos y destruidos a muerte.


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