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"La caída del primer hombre" o caída de "Adán" y "Eva" como una disposición divina del plan eterno del universo, mantenida en virtud de la estructura orgánica que se revela como "transformación de los polos" o "el ser especialmente masculino" y "el ser especialmente femenino"  1286. Hemos avanzado tanto en nuestro análisis de "la vida eterna" que hemos adquirido una visión de conjunto fundamental sobre la estructura del "pecado" o de "la oscuridad" en sí. Por medio de hechos fundamentales se nos ha acentuado que lo que a lo largo de milenios ha sido concebido como "caída del primer hombre", "delito" o "venganza" y "persecución" y sus consecuencias: mutilación, desgracia, dolor y enfermedad, o todo lo que conjuntamente constituye el eclipse mortífero del sol de felicidad de los seres vivos, es una verdadera disposición divina del plan eterno del universo y no una invención "demoníaca" de un poderoso ser oscuro o "enemigo" de la Divinidad. ¿Cuál es entonces la estructura conjunta de "la caída del primer hombre" u "oscuridad"? ¿Qué influencia tiene sobre la experimentación de la vida del ser vivo o hijo eterno de Dios?
      De hecho, por medio del propio lenguaje de la vida hemos visto que el hijo eterno de Dios, según el mandato de su propio deseo a lo largo de los tiempos, ha "disfrutado del árbol de la ciencia" durante tan largo tiempo y de una manera tan intensa, y así ha sobrellenado su conciencia diurna con tantos "resultados" sobre la materia o "las cosas muertas" (combinaciones de movimientos o cosas creadas), que en esta conciencia diurna no había en absoluto sitio para resultados o conocimiento sobre "las cosas vivas" (el yo, su supraconciencia y estructura espiritual como un "ser vivo"). De este modo hemos visto la estructura del hijo de Dios en forma de "la creación de Eva" o la escisión de "Adán" en dos sexos: "el ser especialmente masculino" y "el ser especialmente femenino", tras lo cual el hijo de Dios sólo constituía "la mitad de un ser", que exigía la posesión del sexo contrario para poder experimentar algo de su originaria luz divina o celestial. Sólo en los momentos en que este "medio ser" podía convertirse en "uno" con otro "medio ser" de sexo contrario, "los rayos del paraíso" o los rayos de la vida y naturaleza originaria y sobrenatural del hijo de Dios podían percibirse en la existencia física. Por esto se convirtió en una condición vital para el hijo de Dios poseer un ser así de sexo contrario para, de este modo, seguir pudiendo experimentar esta pequeña chispa de su originario estado celestial. Pero con ello llegó "el derecho de propiedad" y con él "la lucha por la existencia" ("con el sudor de tu frente", etc.), además de "los celos", "la envidia" y "el odio" y, con ello, "la venganza", "la desdicha" y "el dolor" en la vida del hijo de Dios. Y, en su manifestación externa, el hijo de Dios ya no era más semejante a su Padre o "la imagen de Dios", del mismo modo que su mundo ya no seguía siendo "el reino de Dios". Ahora, en forma de un "ser especialmente masculino" o un "ser especialmente femenino", era un individuo colocado en un mundo con cientos de rivales cuando se trataba del acceso al escaso resto de "la luz divina" que podía experimentarse a través del sexo contrario.


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