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La aparición de los seres vivos como "sustancia de odio" y "sustancia de amor" es condición de vida para el macroser y, con ello, para la totalidad del universo o mentalidad y bienestar de la Divinidad, del mismo modo que las facultades de reaccionar de nuestros propios microseres son condición de vida para nuestra propia manifestación y nuestro bienestar normal  1269. Como los seres vivos constituyen grados de "sustancia de odio" o "sustancia de amor", se convierten en útiles, es más, directamente imprescindibles en el plan creador divino. Lo mismo que "el azúcar" y "la sal", lo mismo que "el fuego" y "el agua", lo mismo que "las sustancias" que los seres vivos consumen como alimento constituyen efectos de energía o fuentes de fuerza por medio de las cuales estos seres pueden crear o manifestar, pueden cumplir las esenciales exigencias necesarias de su vida y conseguir momentáneamente la alegría de existir necesaria y normal para ellos, los diversos grados de "sustancia de odio" y "sustancia de amor", que los seres vivos del mesocosmos y microcosmos constituyen, según el análisis presentado aquí, son también igual de necesarios para el macroser en el que se encuentran y, con ello, para la totalidad del universo u organismo, mentalidad y bienestar de la propia Divinidad. ¿Cómo podría la Divinidad hacer o crear si no existieran estas clases de energía diferentes con la que el yo divino pudiera hacer juegos malabares? Todos los seres vivos en forma de "clases de sustancia" o de "energía" constituyen, así pues, las "fuentes de fuerza" sin las cuales toda creación, toda manifestación y, por consiguiente, toda vida o toda forma de conciencia sería imposible.


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