Lee y busca en El Tercer Testamento
   Apdo.:  
(1053-1590) 
 
Búsqueda avanzada
   

 

Si la reacción de las sustancias no fuera fija, sino que, al contrario, sólo funcionase según los deseos de los seres  1264. Ahora quizá se afirme que la Providencia tendría que haber protegido al ser, o también que la ley del karma tendría que ser tan perfecta que tales equivocaciones nunca tendrían que tener lugar. Así se habría creado una felicidad eternamente permanente para todos los seres vivos, ya que jamás se habrían podido desencadenar "causas desacertadas". Los seres podrían, de este modo experimentar eternamente todos los efectos que se proponían.
      Pero, ¿cómo tendrían los seres, en resumidas cuentas, que estar en este caso en condiciones de "proponerse algo"? Si las reacciones de las sustancias no estuvieran supeditadas a una ley, si "el azúcar" no existiera en virtud de su facultad permanente de reaccionar como "azúcar", y "la sal", así mismo, no estuviera siempre obligada a reaccionar como "sal", y todas las otras sustancias o reacciones de formas de energía no estuvieran supeditadas de una manera fija a una ley, ¿qué habría desarrollado entonces la facultad del individuo a "razonar" y, con ello, a poder "desear"? Cuando un individuo "razona", esto es lo mismo que decir que evoca en su conciencia experiencias, por medio de las cuales puede tomar una decisión ante un nuevo problema. Busca, por consiguiente, hacia atrás en sus recuerdos para adquirir un conocimiento, en virtud del cual poder dirigir su voluntad en contacto con una nueva situación que ha surgido para él. Pero, ¿de qué serviría recordar cómo funciona "la sal", o cómo funciona "el azúcar", o cómo reaccionan las clases especiales de energía de otras sustancias si su facultad de reaccionar no fuera una realidad fija sujeta a una ley, no fuera permanente, sino, al contrario, inestable como las nubes en el cielo? No sirve de nada que uno hoy pueda eventualmente recordar qué aspecto tenían ayer las nubes en el cielo. Esto no le da ninguna facultad de saber qué aspecto tendrán las nubes en el cielo hoy o mañana. Si "la sal", "el azúcar" y todos los demás productos químicos, las demás clases de energía o efectos de causas fueran tan inestables como las nubes, jamás habría ninguna garantía de que dichos productos químicos o la facultad de reaccionar de los efectos de las causas iban, precisamente, a funcionar mañana del mismo modo que funcionan hoy. Esto dependería, por lo tanto, totalmente de lo que uno estaba en condiciones de desear. Pero, ¿cómo tendría "la sal", en realidad, que funcionar como "sal" y el "azúcar" como "azúcar" si la base de esta reacción fuera el resultado de un deseo? ¿Quién estaría en condiciones de desear "la reacción del azúcar" o "la reacción de la sal" si nunca anteriormente la había experimentado? Algo que nunca hemos experimentado y de lo que no conocemos nada es lo mismo que algo que nunca ha arrojado un pensamiento o una luz en nuestro cerebro o conciencia. Pero pensamientos que no están en nuestro cerebro es imposible que den lugar a ningún deseo. Es decir, que si las facultades de reacción de todas las sustancias o clases de energía sólo se basaran en los deseos de los seres, estas reacciones jamás habrían podido llegar a existir, porque, ¿quién podría estar en condiciones de desearlas en un momento en que todavía no habían jamás arrojado ningún pensamiento ni ninguna reacción en la conciencia de ningún ser? Ningún ser podría ser el primero en "desear" estas reacciones, porque, ¿qué o quién habría podido proporcionarles esta facultad? No se puede desear nada que ni se conoce ni se sospecha y que, del mismo modo, se encuentra totalmente fuera de la conciencia o pensamiento de todo ser.


Comentarios pueden mandarse al Martinus-Institut.
Información de errores y faltas y problemas técnicos puede mandarse a webmaster.