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La facultad de conocimiento del ser y su comprensión de "la justicia" no se determinan por su voluntad  1242. En el ser hay, así pues, una fuerza interior que es un factor más fuerte que toda prohibición y manifestación de fuerza exterior en forma de "castigo" y "terror". Este factor interior es la estructura orgánico-mental del ser mismo. Sólo ha surgido exclusivamente en virtud de las experiencias, los hábitos y las disposiciones que ha vivido y desarrollado por medio de su instinto de conservación o de la acción recíproca entre él y la naturaleza. Estas experiencias transformadas en facultades y disposiciones se convierten, naturalmente, en el fundamento absolutamente inconmovible del carácter y concepto de la vida de este ser. El carácter y las disposiciones de un ser no son el simple capricho de un momento o un mero acto de voluntad transitorio del individuo. El carácter o la concepción moral y el modo de ver la vida del individuo sólo pueden estar determinados por el destino o la acción mutua especial entre la vida del ser y la del entorno. Las impresiones o la visión que tiene de este entorno, su conocimiento de que dicho entorno sea "malo" o "bueno" no se determinan por su voluntad. Este entorno se percibirá por el ser como "bueno" o "malo", totalmente independiente de que "quiera" o "no quiera" percibirlo así. El hecho de concebir una cosa como "justa" no es, así pues, en sí mismo un asunto de "quererla" o "no quererla", sino que sólo es al contrario un asunto que trata de la facultad de percibir o comprender que, a su vez, es únicamente un resultado de lo que se ha experimentado con anterioridad, de lo que se ha vivido y de la facultad de pensar y comprender desarrollada a partir de ello.


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