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"Los delincuentes" saben muy bien que reciben un "castigo" cuando infringen las leyes de la sociedad, pero no pueden de ninguna manera relacionar estas leyes con su propio "concepto de justicia" o manera de ver la vida y sólo las cumplen en virtud de "amaestramiento"  1239. Quizá se pretenda ahora que "los delincuentes", "los ladrones", "los estafadores" "los que dan sablazos", etc. saben muy bien que la vida que llevan está en conflicto con las leyes de la sociedad, y que ésta, por consiguiente, tiene derecho a "castigar" todas las infracciones así de estas leyes. De hecho, es cierto que "los delincuentes", en realidad, saben muy bien que están en conflicto con las leyes de la sociedad. Esto se les ha dicho más que suficientemente a través de la religión, el estado y la justicia, pero este conocimiento no es, de este modo, su propia experiencia. Sus detalles no son directamente perceptibles por el conjunto de sentidos de "los delincuentes" y, por lo tanto, no están en contacto con la visión que ellos mismos tienen de la vida. La sociedad les ha impuesto una visión extraña. Saben perfectamente que cuando no se ajustan a la manera de ver las cosas de esta sociedad son "castigados" y señalados como "delincuentes". Pero mientras la manera de ver las cosas de la sociedad sea extraña y, por lo tanto, no sea la suya propia o esté en contacto con ella, tienen que sentirse tratados "injustamente" cada vez que son objeto de encarcelamiento y "castigo". No pueden ver o concebir su propio modo de actuar como "delincuencia". Esta actuación estaba, de hecho, totalmente en contacto con su propio "concepto de justicia", indiferentemente de que se trate de "robo", "estafa" o "venganza". Así, no pueden considerar la manera de ver la vida de la sociedad como expresión de las leyes de la vida tal como ellos mismos las conciben, una manera de ver la vida que más bien puede expresarse con las palabras "que cada cual se ocupe de sí mismo". Que no todos los seres con esta actitud desafíen las leyes de la sociedad y se conviertan en "delincuentes", sino que se mantengan más o menos dentro de las reglas y puntos de vista prescritos, se debe en gran medida al temor al "castigo". Estos seres sólo son, en realidad, seres "amaestrados", casi como los animales amaestrados de un circo.
      Hace mucho tiempo que se ha convertido en un hecho corriente que la sociedad se mantiene en gran medida exclusivamente en virtud de este "amaestramiento" mantenido por la cárcel y "el castigo".


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