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El paso del hijo de Dios por la oscuridad está consumado. La luz celestial en forma del abrazo de los dos sexos en el matrimonio comienza a vacilar. El hijo de Dios "muerto" comienza a añorar el cielo, a su Padre divino y su propia vida  1228. Con un mundo, una multitud o una mayoría de seres así el contraste a la Divinidad es completo, de hecho tan completo que el hijo de Dios eterno ya no puede ver o percibir la realidad absoluta. La vida sólo es el proceso mortífero, su despliegue es "justicia", su escenario "el campo del honor", tanto su propio yo inmortal como la Divinidad eterna son una ilusión, ingenuidad, superstición o insensatez. El hijo de Dios no puede estar más alejado del Padre eterno. Se ha convertido en un negador y perseguidor de su propia existencia inmortal. Él es su peor enemigo. Y, con la genial capacidad que tiene a favor del principio mortífero, se ha convertido en "la muerte" en vez de la vida. Pero éste también era, precisamente, el objetivo con "el disfrute del árbol de la ciencia". Se trataba, claro está, precisamente del cumplimiento de la promesa de Dios con respecto al efecto de este disfrute. Y con este cumplimiento, la luz celestial en forma del abrazo sexual de los dos sexos tenía que comenzar por sí misma a vacilar. Entonces también vemos que este abrazo, es decir, el principio matrimonial divino, el contacto divino entre "Adán" y "Eva", comienza a degenerar. La luz celestial se apaga. El hijo de Dios espiritualmente muerto camina por el mundo. El hijo pródigo comienza a añorar el cielo, a su Padre divino y su vida eterna.


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