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(1053-1590) 
 
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El encuentro entre los dos sexos se convirtió en la luz celestial, que lo irradiaba todo, que hizo avanzar a "Adán" y a "Eva" hacia la suma culminación del principio mortífero, los convirtió en genios en la infracción de las leyes de la vida, los convirtió en instrumentos homicidas de acero, carne y sangre, cuyas huellas eran muerte, mutilación, horror y destrucción  1227. Las fuerzas distintas de los dos sexos eran, así pues, los más elevados rayos celestiales en la oscuridad y el silencio totales que dominaban la noche física y tuvieron, necesariamente, que llevar a "Adán" y "Eva" a un encuentro mutuo. Y este encuentro era para las partes una mutua luz celestial que todo lo iluminaba, de tal manera que se convirtió en la estrella centelleante que los guió a lo largo de inmensos periodos de tiempo, a través de escenarios enormes, de hecho, por medio de esta luz "Adán" y "Eva" iban a tener una profusión de sentidos nuevos: vista, oído, inteligencia, etc. y por medio de ellos iban a contemplar todo el misterio del principio mortífero, iban a ser iniciados en las regiones de la oscuridad, iban a ver el contraste a la Divinidad. "La sensación de placer" de este encuentro iba a poner a las partes en condiciones de crearse los organismos que serían los instrumentos especiales más refinados en cada creación imaginable de detalles oscuros, en cada infracción imaginable de las leyes de la vida, en cada contraste imaginable a "la imagen de la Divinidad", de hecho, los haría genios en la culminación del despliegue de hostilidad contra la normal existencia de la vida misma. La sensación de placer de este encuentro divino en forma de orgasmo y bienestar sexual no tenía que ser simplemente una reproducción de los organismos, también tenía que ser una fecundación, una propagación o una continuación de los detalles de la oscuridad. Con el coito de "Adán" y "Eva" tenía que surgir especie tras especie de seres vivos con un equipo orgánico mejorado con capacidad refinada para poder causar dolor y sufrimiento, para destruir los organismos de otras especies, de otros seres vivos y la sensación normal de la vida de estos seres dependiente de estos organismos. De hecho, a la luz del destello celestial o rayos sobrenaturales en forma del acto sexual, esta unión de los sexos tenía que estar de tal manera al servicio o favor del principio mortífero, que la procreación que estimulaba tenía que resultar en organismos que exclusivamente eran geniales instrumentos especiales para despellejar y descuartizar los organismos de otras especies de seres vivos. Con pico, garras y dientes en punta y afilados como un cuchillo, provistos de miembros inmensamente musculosos, que a su vez estaban enraizados en un organismo o en la envoltura de un cerebro especial particularmente adaptado para ser usado en estos refinamientos mortíferos, "Adán" y "Eva" o los seres vivos se convirtieron así en "instrumentos animales" ambulantes "de muerte". Que percibamos a estos "instrumentos de muerte vivos" como "animales salvajes", "fieras", "cocodrilos", "tigres", "águilas", "buitres", etc., etc. no cambia el principio, sino que confirma totalmente el análisis de estos seres expuesto aquí.
      Pero la luz celestial en forma del contacto mutuo de los dos sexos tenía que llevarlos todavía más adelante en su iniciación divina en los misterios de la oscuridad. Su abrazo sexual los hizo avanzar hacia organismos que cada vez más se transformaban para constituir, en realidad, un cerebro especial alrededor del cual se podía construir un organismo mineral o de acero, que de una manera mucho más perfecta pudiera estimular la exterminación de los organismos de otras especies en la zona física. Los inmensos barcos de guerra con sus colosales conjuntos de cañones y torpedos, su radio y televisión, etc. ¿son acaso otra cosa que grandes organismos de acero, en cuyo interior los organismos humanos terrenos forman conjuntamente el cerebro? ¿No sucede lo mismo con los tanques de guerra, los bombarderos y todos los demás aparatos mecánicos, mortíferos tales como ametralladoras, revólveres, granadas de mano, etc.? ¿No son todos ellos instrumentos que, en contacto con la mano del hombre terreno, se convierten en uno con su organismo, se convierten en una continuación de éste y, de este modo, están supeditados al mismo cerebro, son un elemento de la capacidad y voluntad del mismo ser? Y con esta ampliación de la manifestación del ser vivo a una máquina de muerte viva en carne, sangre y acero, con la cual éste puede efectuar un despliegue masivo de la infracción de todas las leyes de la vida, la luz celestial ha culminado en forma de los dos sexos, y su papel está, por consiguiente, agonizando. Ahora ha cumplido su misión. El ser se ha convertido en un genio mortífero, en un señor absoluto de la oscuridad. Muerte, destrucción, mutilación, horror, sufrimiento, necesidades con múltiples variaciones son las huellas sangrientas, son el panorama de "infierno" que esta máquina de muerte viva, este órgano técnico-animal de muerte y mutilación deja tras sí por donde pasa por la Tierra. En verdad, la Divinidad no hace nada a medias.


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