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La facultad de la imaginación como la raíz de la destrucción de la vida común matrimonial o como "el tentador", "el diablo" o "la serpiente"  1212. Este deseo o hambre se estimula y fomenta por los acontecimientos, por las experiencias del medio exterior. Contemplar a seres más hermosos que el propio cónyuge impresiona mucho. Y, de la impresión que seres extraños del sexo contrario han causado en su conciencia, el hombre terreno, a medida que desarrolla su facultad de pensar, se forma de antemano una imagen de fantasía o una experiencia imaginaria de lo magnífico que sería tener una vida común con una pareja sexual desconocida así. Y cuanto más perfecta sea esta experiencia imaginaria y cuanto más llena de vida esté, más grande es el deseo o el hambre que surge de experimentarla de una manera puramente real, física y corporal con la pareja en cuestión. Y aquí estamos junto a la raíz de la destrucción de toda la vida común matrimonial. Esta experiencia imaginaria, o de pensamiento, de satisfacción sexual con una pareja fuera del matrimonio es lo que Cristo, en la cita reproducida en el apartado 1206, denomina "cometer adulterio" con un ser "en su corazón". Y la misma ocupación mental y el consiguiente deseo de relación física, sexual con la parte ajena es lo que en la terminología de la iglesia se denomina "tentación", del mismo modo que la misma terminología da como causa de esta "tentación" al "tentador", al "mal" o al "diablo". Y así nos encontramos de nuevo aquí ante "la serpiente". Pero "la serpiente" es, claro está, el principio absoluto que rige la redención del mundo, que tiene como misión conducir al ser vivo a través del misterio del conocimiento y hacer así de él "uno con el Padre". Y esto es precisamente lo que aquí presenciamos. Anteriormente hemos dicho que la causa o raíz de la degeneración o destrucción del principio matrimonial en la mentalidad del hombre terreno era la facultad de fantasía o de imaginación del ser, por medio de la cual éste puede de antemano formarse una idea viva y detallada o una imagen de placer en una relación sexual con una pareja desconocida. Esta facultad y lo que la produce o desarrolla es, por lo tanto, la causa o raíz más profunda de los muchos divorcios o del crecimiento del ser apartándose del principio matrimonial.


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