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El relato sobre "Adán" y "Eva" es una narración de una gran existencia de luz, en la que ni siquiera existía la reencarnación en la robusta forma con la que ahora se la conoce y provoca la creencia en una verdadera "muerte"  1180. El relato de "la Biblia" sobre "Adán" y "Eva" es, de este modo, como principio un hermoso relato sobre una gran existencia luminosa en la que "Adán" y "Eva" vivían con la Divinidad y de cómo esta existencia de luz estaba condicionada por el hecho de que no se comía del "árbol de la ciencia", es decir, no se desencadenaban las acciones de la oscuridad o no se fomentaba el principio mortífero. De hecho, nos muestra incluso que la reencarnación ni siquiera existía en la forma drástica en la que, precisamente, se impone en la zona terrena. Si en la existencia luminosa apareciese verdaderamente con el mismo carácter tosco o robusto, no habría habido ninguna base en absoluto para que la Divinidad informase que "Adán" y "Eva" "morirían" si "comían de la fruta prohibida". Es, precisamente, un hecho conocido que en la zona de la oscuridad o del principio mortífero se ha perdido la visión de conjunto sobre la reencarnación, debido a lo cual entonces "la muerte", a causa de esta pérdida, tiene que parecerle al individuo como una "muerte" absoluta, es decir, un cese total de la vida, un cese total de la conciencia. Que a lo que Dios se refería ante "Adán" y "Eva" no era una "muerte" absoluta así se convierte en un hecho a través de las palabras de "la serpiente" a "Eva" cuando dice: "Ciertamente que no moriréis. Sabe Dios que el día en que comiereis de él se abrirán vuestros ojos y seréis como Dios, conocedores del bien y del mal." En verdad, eran palabras que no dejan lugar a ninguna duda sobre la identidad y dignidad de quien las dice como un verdadero "redentor del mundo". No, la clarividencia cósmica nos muestra que "Adán" y "Eva", o el ser vivo, no "morirá" en un sentido absoluto, pero que su existencia luminosa celestial o sobrenatural "morirá" donde el estado de oscuridad terreno, físico se convierte en una condición de vida. La naturaleza del principio que rige el recuerdo es precisamente dejar que todo lo que se ha vivido hasta dar asco, y que, por lo tanto, se encuentra fuera de la esfera de interés transitoria que condiciona la vida del ser, caiga en el olvido a favor del cumplimiento de los intereses que condicionan la vida. ¿Y no es precisamente esto lo que ha sucedido? El hombre terreno, en su culminación de la oscuridad, no cree, claro está, en ninguna "vida eterna", es más, incluso es incapaz de comprender la posibilidad o la razón de la existencia de una vida así. Como vemos aquí, tanto las palabras de la Divinidad como de "la serpiente" son una revelación de "la verdad". El conocimiento de "Adán" y "Eva" sobre la luz, su propia alta identidad cósmica y vida eterna, ¿no está aquí "muerto", del mismo modo que el conocimiento o saber sobre los sufrimientos y la oscuridad del mundo físico de estos dos seres estaba "muerto" antes de que "comieran del árbol de la ciencia"?


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