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"Los estadios de dependencia" e "independencia" del ser en el ciclo de espiral  1171. El más grande de estos ciclos es, como el lector ya sabe, "el ciclo de espiral". Este ciclo está formado como todos los otros ciclos por dos contrastes: "luz" y "oscuridad". Cuando los seres se encuentran en esta "luz", dicha "luz" es una realidad, mientras que la parte del ciclo de espiral que constituye el contraste a "la luz" sólo será un "contraste imaginario" a la luz y, conforme a ello, será concebido como "oscuridad". Cuando los seres se encuentran en "la oscuridad", esta "oscuridad" será una realidad y, por consiguiente será "verdadera", será "luz", mientras "la luz" entonces sólo constituirá un "contraste imaginario" a esta realidad y, de este modo, sólo será "oscuridad". Cada uno de estos dos estadios principales de la espiral alcanza una culminación. Así pues, en la espiral hay dos estadios culminantes, uno en su región luminosa y uno en su región oscura. En cada uno de estos estadios el ser es totalmente independiente. Entre estas dos zonas o estadios culminantes hay otros dos estadios, cada uno de los cuales es una combinación de "crecimiento" y "degeneración". Cuando el ser vivo se encuentra en la zona de culminación de "la luz" se sacia de los detalles de "la luz" y, por consiguiente, es objeto de un deseo creciente del contraste a "la luz". Este deseo es "la caída del primer hombre" en su primer e incipiente estado embrionario. Sólo "la oscuridad" puede satisfacer este deseo. Y el ser comienza a "comer del fruto del árbol del bien y del mal", y, con ello, va cambiando o transformándose a favor de "la oscuridad". Esta transformación tiene lugar hasta que la conciencia del ser alcanza la culminación total de "la oscuridad". Pero en este periodo de transformación el ser no ha sido un ser de "luz" ni de "oscuridad" en su forma más pura. Sólo ha sido una cosa intermedia entre estos dos fenómenos. Pero, al no haber sido ni el uno ni el otro de estos fenómenos en su forma más pura, en estos estadios sólo puede haber sido un ser subordinado. Un ser, que ya no culmina en "la luz", tiene necesariamente que estar subordinado en la zona de "la luz" a un ser que culmina en ella, del mismo modo que un ser que ya no culmina en "la oscuridad" tiene que ser en esta zona inferior a un ser culminante en "oscuridad". Como el inferior tiene necesariamente que estar subordinado al superior, en las zonas o estadios intermedios entre la culminación de "la luz" y de "la oscuridad" el ser ha perdido, de este modo, su "independencia".


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