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La sexualidad del reino humano perfecto no es una "sexualidad unipolar" normal ni anormal  1143. Como "el amor al prójimo" se convierte en idéntico a una nueva forma de sexualidad y "el amor al prójimo", a su vez, abarca tanto a animales como a hombres o, en resumidas cuentas, a todo lo vivo, el lector quizá objetará o sostendrá que una forma de sexualidad así tiene que ser un fenómeno altamente desagradable. En la zona de existencia más perfecta o elevada, cuyo fundamento es dicha sexualidad, se tendrá, por lo tanto, directamente "una relación sexual" o un "trato sexual" tanto con animales como con hombres. Y aquí la respuesta tiene que ser de manera muy firme que "una relación sexual" o un "trato sexual" según los conceptos terrenos (sexualidad unipolar) con otros seres vivos, indiferentemente se encuentren dentro o fuera de su propia especie o raza es, naturalmente, imposible que tenga lugar en "el auténtico reino humano" o en una zona de existencia superior. Aquí el ser se ha convertido, claro está, en un "hombre acabado" o perfecto en virtud de que ya no es un "ser sexualmente unipolar", sino que al contrario es un "ser bipolar" perfecto. Por consiguiente ya no aparece como un "ser" especialmente "masculino" o un "ser" especialmente "femenino" y, de este modo, ya no tendrá más deseo de poder desencadenar un acto sexual "unipolar" ni facultad para hacerlo. Por acto sexual "unipolar" hay que entender la satisfacción del hambre sexual de un "ser masculino" y un "ser femenino" en una unión por medio de "los órganos de las caricias" y la correspondiente culminación de sensación de placer. Para el individuo que todavía aparece como acentuadamente "ser masculino" y acentuadamente "ser femenino" este proceso de satisfacción sexual es, claro está, muy natural y constituye lo pretendidamente "normal", si es desencadenado por dos seres de la misma raza o especie o de razas muy emparentadas. Si este desencadenamiento tiene, al contrario, lugar entre un ser que forma parte de los denominados "animales" y un hombre terreno es, naturalmente anormal o aberrante y perjudicial o funesto para las partes. Una relación así entre un animal y un hombre terreno sólo puede originarse en virtud de una actitud sexual enfermiza. No tiene ningún objetivo útil, sino que, al contrario, es directamente nociva e incluso demoledora para un estado mental así del hombre terreno, para su normal bienestar y deseo de vivir, y lleva más y más profundamente a las lúgubres regiones de la enfermedad mental y la anormalidad, del mismo modo que también puede mutilar la mentalidad de la otra parte.
      Para que un acto sexual "unipolar" pueda cumplir el objetivo divino para el que está determinado, es decir, ser el fundamento para la supervivencia de la especie y desencadenar la gran alegría y los grandes deseos de vivir, que son las condiciones para un bienestar sano mental y corporal en la zona del reino animal, las partes tienen, naturalmente, que ser de la misma raza o ser directamente muy afines. No es la intención de la vida que razas muy afines no puedan unirse en un placer sexual. Al contrario, es precisamente en esta unión que la naturaleza crea nuevas especies o razas y deja que viejas razas y especies se extingan. A veces también tiene lugar una atracción muy fuerte entre razas muy afines. Y donde esta afinidad no es demasiado lejana, sino que es de una naturaleza adecuada o favorable la satisfacción sexual resultará en una descendencia que sólo puede ser una renovación beneficiosa y, con ello, un ennoblecimiento de la raza.
      "La sexualidad unipolar" tiene sus caminos determinados, que tienen que seguirse si la alegría de vivir y la normalidad tienen que conservarse. Que esta sexualidad no es idéntica al "amor al prójimo" y, por consiguiente, la que impera en una zona de existencia superior es, naturalmente, obvio. Si esta forma de sexualidad fuera la que tuviera que continuar, el despliegue del principio de la redención del mundo, toda proclamación espiritual, la más alta sabiduría de la vida, la aportación de todos los sabios y redentores del mundo, todo lo que estimula "el amor al prójimo" no sólo serían totalmente en vano, sino directamente perjudiciales, ya que la naturaleza verdadera de todo este despliegue de energía es una oposición y una socavación de dicha sexualidad o estado sexual "unipolar". Pero por el momento, esta sexualidad exige aquello a lo que tiene derecho. Es tan vieja en la evolución o en la mentalidad del individuo que en los animales propiamente dichos su existencia y sus leyes ya son, en realidad, una función automática o "conocimiento-C". Y como hemos visto aquí, esta forma de sexualidad no tiene nada que ver con la forma de despliegue "sexual", que como "amor universal" domina la zona de existencia superior o "reino humano verdadero", que se encuentra por encima del dominio del hombre terreno.


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