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Sin "el fuego supremo", "el reino de Dios" o "el nuevo cielo" prometido y "la nueva Tierra, en la que vive la justicia", serían algo imposible en el universo  1142. Aquí estamos ante el cumplimiento de la promesa sobre "el nuevo cielo" y "la nueva Tierra", que tenía que ser el resultado del día del "juicio final". Y este resultado es fomentado, por lo tanto, a través de una nueva e incipiente forma de "sexualidad" del hombre terreno, que llamamos "amor al prójimo" o "el fuego supremo". Sin este "fuego supremo" sería totalmente imposible toda zona de existencia y forma de vida por encima del reino animal. El reino del hombre perfecto, el verdadero "reino de Dios", el "nuevo cielo" y "la nueva Tierra donde vive la justicia" no podría ni siquiera llegar a ser una hermosa fantasía, un bonito sueño, un maravilloso espejismo, sino que en el universo tendría que ser igual a "nada", dejando aparte que con esta identidad haría imposible el actual ciclo y, con ello, toda vida. Y la manifestación del "algo", que hoy constituye el universo, los seres vivos y la Divinidad, constituiría, así mismo, una "nada" absoluta y eterna. Pero el universo, los seres vivos y la Divinidad no son una "nada" eterna, sino un "algo eterno". Por lo tanto, debemos volver a nuestro análisis del "fuego supremo", del "amor al prójimo" o la nueva forma de sexualidad que, sin lugar a dudas, es tan imprescindible para el mantenimiento del universo o de la vida.


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