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"El sexo común" o la estructura orgánica tras "el amor universal". "El hombre perfecto"  1133. Hay, por consiguiente, un "amor" superior, un amor que lleva al ser a amar no solamente al "sexo contrario", sino también a su "propio sexo". Pero de la misma manera que el amor al "sexo contrario" sólo puede fomentarse en virtud de una estructura orgánica, "el amor" a "todos los seres" también puede únicamente fomentarse en virtud de una estructura orgánica. "La simpatía" o "el amor" no son, de este modo, un simple acto de voluntad, como cualquier otra capacidad o talento tienen necesariamente que ser el resultado de una evolución previa de una estructura orgánica especialmente apropiada para esta simpatía o este amor. Esta estructura orgánica exige ser usada. Esta exigencia se siente por el individuo como un deseo muy fuerte, cuya satisfacción, a su vez, se siente o experimenta como "goce", como felicidad o sentimiento de alegría. Como ya hemos mencionado, el ser masculino y el ser femenino tenían una necesidad orgánica mutua el uno del otro, por lo cual se deseaban mutuamente. La satisfacción de este deseo era, por su parte, la mayor sensación de sentimiento de placer o alegría de vivir para estos dos seres. Pero esta alegría de vivir se ensombrece inmediatamente con los celos y la envidia hacia los seres del "propio sexo" que, claro está, según su estructura orgánica necesariamente tenían que ser rivales ante los seres de "sexo contrario". Pero esta oscuridad engendrada por los celos y la rivalidad, es decir el dolor, el odio, el sufrimiento y la guerra es, por consiguiente, totalmente imposible donde la estructura orgánica de la nueva forma de amor se ha convertido en perfecta. Esta estructura orgánica es un resultado del desarrollo de un equilibrio entre los dos polos sexuales del ser: el femenino y el masculino. Cuando el polo femenino tiene la misma capacidad que el polo masculino en el "ser masculino", este ser ya no sigue siendo un "ser masculino". Y cuando el polo masculino en "el ser femenino" ha evolucionado hasta llegar a tener la misma capacidad que el polo femenino de este ser, ya no es ningún "ser femenino". Y de este modo el ser ha dejado totalmente de ser un verdadero "hombre" y una verdadera "mujer". Pero cuando el hombre no es "hombre" y la mujer no es "mujer", el ser masculino no es "ser masculino" y el ser femenino no es "ser femenino", tanto el concepto "sexo contrario" como el concepto "sexo propio" dejan, claro está, de existir, dado que estos dos sexos ya no existen. Por consiguiente, ha surgido un "nuevo sexo" en el que los dos polos, el masculino y el femenino, aparecen con una fuerza de despliegue equilibrada o con la misma capacidad. Como todos los seres de esta zona de existencia "sexual" representan este estadio sexual especial, es justo denominarlo "sexo común".
      Como en la zona de existencia de este "sexo" no existe ningún "sexo contrario", no puede surgir ninguna rivalidad que compita por un ser así. Y todo lo que conocemos como celos o envidia y los despliegues de la naturaleza animal relacionados con ellos, tal como odio, persecución, guerra, dolor y sufrimiento dejan, por consiguiente, de existir. Como vamos a ver, esta oscuridad tiene exclusivamente su raíz en la sexualidad unipolar de los seres.
      "El ser masculino" y "el ser femenino", "el hombre" y "la mujer" son, de este modo, un "estadio de larva" ya recorrido por los seres de la zona de existencia del "sexo común" perfecto. "El hombre" y "la mujer" terrenos se desprenderán poco a poco el pellejo animal y como un nuevo ser resplandeciente y centelleante tomarán en posesión los continentes de la Tierra. A través de la transformación de la constelación de los polos sexuales del "hombre" y de la "mujer" vemos aquí un comienzo de la revelación en la Tierra del "reino que no es de este mundo" y en el que no "se toma en matrimonio". "El hombre perfecto", el objetivo de toda la aspiración terrena comienza aquí a surgir en la lejanía sobre el horizonte.


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