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Es imposible que las dos clases de seres o los dos sexos del principio paterno terreno desencadenen "el amor universal", dado que su estructura orgánica condiciona que sólo deseen y amen a seres de "sexo contrario"  1124. Que "el principio paterno terreno" sólo pueda representarse por medio de dos seres y no por medio de uno, como "el sobrenatural", reduce al instante la capacidad de la conciencia del "ser vivo". En este estado, por ejemplo, no puede de ninguna manera cumplir la ley de la existencia que exige que "uno ame a su prójimo como a sí mismo". Como uno de los dos polos sólo aparece en forma latente, en el experimentar en sí de la conciencia falta algo o se siente la necesidad de algo. El ser no puede amar a "su propio sexo", es decir, a los seres que tienen el mismo polo que él en despliegue latente. Un ser así no puede llenar lo que falta ni encontrar un sustituto de esto, es decir, del "hambre" que el polo latente origina, dado que este ser sufre la misma "hambre". Si la actividad del polo masculino del ser está en desarrollo y la del femenino en estado latente, este ser sentirá necesidad o hambre de conquistar y poseer, dirigir y dominar, proteger y defender. Y es comprensible que si una zona de existencia estuviera exclusivamente llena de seres de este tipo, no habría ninguna posibilidad en absoluto de satisfacer esta necesidad, este apetito o esta hambre. Al contrario, habría inevitablemente las condiciones para llevar a los seres a una desarmonía, una lucha y una matanza horrorosa entre ellos. No habría ningún punto luminoso en una existencia así. Para satisfacer su hambre los seres tendrían que conquistarse mutuamente con fuerza e imponer al ser conquistado su protección y su dictadura, una protección y una dictadura que el ser conquistado de ninguna manera ha deseado, ya que él mismo está lleno de deseos de proteger, mandar y dar órdenes.
      Pero, no obstante, no es así afortunadamente. La vida no engendra en el ser ningún deseo o ninguna necesidad en absoluto sin crear al mismo tiempo la posibilidad de una satisfacción. Y esta satisfacción es posible en virtud de los seres del "polo contrario", es decir, seres en los que "el polo femenino" tiene una actividad dominante. Tales seres sienten, cuando están en su culminación, un deseo, un hambre o necesidad que es exactamente lo contrario al hambre del ser "masculino". Sienten necesidad de ser defendidos o protegidos, sienten necesidad de entregarse y dejarse dirigir por una fuerza superior. Vemos así que "los seres vivos" constituyen dos clases, cada una de las cuales está formada de tal modo que aparece como la satisfacción absoluta del deseo, anhelo y apetito de la clase contraria. Que estas clases de seres están, por ello, creadas exclusivamente para desearse mutuamente, es natural. Y como, de este modo, condicionan recíprocamente la satisfacción de sus más altos deseos, es igual de natural que han sido creados para admirarse y complacerse mutuamente.


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