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"El reino de la bienaventuranza" de cada ser es su "mundo interior" propio y absolutamente individual  1119. Como ya hemos observado anteriormente, todos los detalles conscientes con "conciencia diurna" del "reino de la bienaventuranza" constituyen exclusivamente "recuerdos". En este reino no tiene lugar ninguna "experiencia exterior consciente". Por consiguiente, en este reino no existe ninguna forma en absoluto de percepción consciente en "el mundo exterior" y, debido a ello, tampoco existe ninguna "vivencia nueva". Para que una cosa se pueda experimentar en "el reino de la bienaventuranza", esta cosa tiene que haber sido vivida previamente como mínimo una vez en "el mundo exterior", y tras esta vivencia es ubicada en "el reino de la bienaventuranza". Este reino pasa, de este modo, a formar de manera absoluta un "mundo interior". Pero no forma únicamente un "mundo interior", también se convierte al cien por cien en "el mundo" absolutamente "particular" del individuo. Lo que hay en este "mundo interior" sólo puede pertenecer únicamente al ser en cuestión. Cada detalle se ha ubicado aquí exclusivamente en virtud de los propios sentidos del ser y tiene exactamente el carácter, la estructura, el volumen, el estado sólido, líquido, gaseoso y en forma de rayos que el ser, en virtud de estos mismos sentidos, ha estado en condiciones de darle. Es un mundo tan al cien por cien "individual" que es el único que existe de su especie en todo el universo. Aquí cada detalle es exclusivamente experimentado y, por consiguiente, creado por el ser mismo. En este mundo no hay ningún detalle que sea un fenómeno extraño o exista con otro origen que, precisamente, el ser, cuya "zona de recuerdos" o de "memoria" constituye dicho "mundo interior".


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