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Todos tienen razón. Los seres y las cosas son verdaderamente "buenos", "malos", "justos", "luminosos", "oscuros", "hermosos" y "feos", en las zonas de percepción en las que, precisamente, se perciben así y no son "ilusiones"  1082. Como la percepción en sí está exclusivamente condicionada por el hecho de que las cosas o los detalles de la zona de percepción son diferentes, esta diferencia de las cosas es una realidad igual de absoluta que la propia percepción. Cuando, por lo tanto, decimos por ejemplo de un ser que es "injusto", esto quiere en realidad decir que expresamos "la limitación" o el contraste que el acto particular o fenómeno tiene en la zona de percepción, o sea, una cualidad que dicho fenómeno tiene absolutamente que tener, porque si no sería imposible percibirlo. El hecho de ser injusto constituye, por lo tanto, un contraste a los detalles de nuestra zona sensorial que percibimos como "justos". Si no fuera un contraste a éstos lo habríamos percibido como uno con estos detalles, y entonces habría formado parte de lo que hoy percibimos como "justo". Naturalmente, se trata de lo mismo cuando decimos que algo es "amoroso", algo es "malo", algo es "grande", algo es "pequeño", algo es "genial" o "primitivo", etc. Cada una de estas expresiones registra el contraste especial que cada uno de estos fenómenos muestra, indica o tiene como característica en relación con los otros fenómenos o detalles de la zona de percepción. Cuando, por lo tanto, se habla de percepción, no se pueden ignorar estos detalles o pretender que son "ilusiones" dentro de la propia esfera de experimentación, "el ahora" o "el tiempo". Cada uno individualmente es una realidad absoluta, sin la cual la percepción sería imposible. Cuando un hombre percibe a otro como "malo", esta manera de percibir es una realidad verdadera en la zona de percepción de este ser. Esto quiere decir, a su vez, que en dicha zona todos los detalles se encuentran en una relación tal los unos con los otros que el efecto total o resultado conjunto es de una naturaleza tal que, en relación con esto, la naturaleza del ser extraño tiene que aparecer totalmente como "mala". Pero esto no significa que este ser sea en un sentido absoluto verdaderamente "malo". Puede haber, claro está, otros conjuntos de sentidos o zonas de percepción en que el ser en cuestión aparezca como lo contrario. Esto quiere decir, por lo tanto, que los detalles de las zonas de percepción de estos otros seres aparecen en su totalidad, de tal manera que la aparición de dicho ser es aquí un contraste absolutamente mayor o menor y, por consiguiente, su actuación ante dicho efecto total tiene inevitablemente que ser que su aparición tiene entonces que presentarse como "buena". Lo mismo sucede con toda percepción. Lo que a un ser le parece "bueno" puede, simultáneamente, parecerle "malo" a otro, lo que es "hermoso" para el uno le puede parecer "feo" al otro ser y así sucesivamente en un montón de campos. Pero entonces, ¿quién tiene razón? Todos en absoluto tienen razón. Las cosas son verdaderamente "malas", "buenas", "hermosas" y "feas" en las zonas de percepción en las que se sienten o perciben así. ¿Cómo tendrían si no que ser? Si esto no fuera así, ¿qué tendría entonces que sostener la percepción? La facultad de juzgar y, por consiguiente, el juicio de lo percibido o experimentado dependen, claro está, exclusivamente de su contraste o relación con los detalles existentes previamente en la misma zona de percepción. Es exactamente el mismo principio que se hace valer si uno, por ejemplo, tras haber tenido su mano en agua, que está a 5 grados, la pone en agua a 15 grados. Se tendrá la sensación de que esta agua está "caliente". Si primero, al contrario, se pone la mano en agua que está a 30 grados, se tendrá la sensación de que el agua a 15 grados estaba "fría". Como toda sensación producida por los sentidos depende así, exclusivamente, del contraste o divergencia de lo percibido en relación con la naturaleza especial de las experiencias o vivencias ya existentes previamente en la zona de percepción, un ser no puede, claro está, de ningún modo percibir o experimentar de otra manera que la que permiten o condicionan sus experiencias, ya vividas con anterioridad, y la ubicación de éstas en el centro o periferia de la zona de percepción. Las sensaciones de "frío" o "calor" son una realidad verdadera en "el ahora" dado en que se experimentan. Que 15 grados no den a dos hombres en el mismo "ahora" la misma sensación de calor no cambia el principio. Que un grado u otro de calor les dé la sensación de "calor" o "frío" dependerá de la sensación de calor que hayan experimentado previamente con anterioridad. Lo mismo se hace valer con la experimentación del "tiempo". Si uno espera algo de lo que tiene muchos deseos, este tiempo de espera parece "largo", mientras que el mismo tiempo de espera parece "corto" si uno está en la situación de que se encuentra muy a gusto y, por consiguiente, no desea que cese. En el primer caso los minutos casi pueden parecer horas, mientras que las horas en el último caso casi que se experimentan únicamente como minutos. Las dos sensaciones de velocidad o transcurso del tiempo son, así pues, igual de correctas en las zonas de percepción de los seres en cuestión. En caso contrario, ¿cuál de estos seres tendría la sensación correcta?
      Aquí se alegará quizá que ambas son incorrectas, y que, en este caso, los conceptos "frío" y "calor" o "largo" y "corto" son ilusiones y no tienen nada que ver con la realidad. Pero lo que es, precisamente, ilusión es esta concepción de las cosas, dado que es falsa. Estas sensaciones están, precisamente, en relación con la realidad porque son en sí mismas "la realidad" dentro de la zona de percepción en la que cada una ha surgido y existe. Negar esto es negar todas las experiencias existentes, que tienen lugar en la zona de percepción de los seres, lo cual es, a su vez, lo mismo que negar la existencia de la vida misma. La experimentación de la vida consta exclusivamente de sensaciones producidas por los sentidos o de las relaciones de perspectiva que las experiencias adquieren en la zona de percepción. ¿Qué otra realidad puede ser más verdadera para un ser que su propia sensación? La sensación que tiene "el prójimo" ¿puede ser una realidad mayor en la zona de percepción de este ser? No, sólo la propia vivencia del ser puede ser "concreta". La vivencia de otro ser es imposible que sea otra cosa que "abstracta" en la zona de percepción de un ser ajeno. El universo o la vida son para un ser exactamente de la manera que los percibe. ¿Cómo podría ser de otra manera? Lo que el ser no percibe o no experimenta no puede evidentemente tener ninguna ubicación, por lo que respecta a la perspectiva, en su zona de percepción, es más, aquí faltará totalmente. La percepción del universo por un ser sólo será el conjunto de sensaciones producidas por su vivencia de los diversos detalles del universo situados en la perspectiva de su zona de percepción. Esta sensación o percepción conjunta del universo o "imagen del universo" (concepto del universo) del ser sólo puede así estar influida por las experiencias que ha hecho y la ubicación en la perspectiva que las experiencias individuales han tenido en la periferia de la zona de percepción o en la cercanía de su centro.


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