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(1053-1590) 
 
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"El tiempo" y "la eternidad" no pueden presentarse separados, sino al contrario sólo como una unidad, que en forma del "ser vivo" constituye el análisis de la totalidad tras todas las combinaciones de materia, tanto en el microcosmos y el macrocosmos como en el mesocosmos  1073. A continuación vamos a ver lo que es incorrecto en la manera de ver las cosas del ser mencionado. Las grandes verdades, con las que justifica su existencia, no pueden en sí mismas cambiarse. Es cierto, no pueden cambiarse. Pero según nuestro último análisis del "ser vivo", éste constituye exclusivamente "el tiempo" y "la eternidad". "El tiempo" es a su vez, como hemos dicho, lo mismo que "el ahora", mientras "la eternidad" constituye "el yo". El ahora es, por su parte, lo variable, mientras "el yo" es "lo invariable" o "el punto fijo" alrededor del cual se mueve "lo variable". Ambos fenómenos son, como hemos dicho, absolutamente inseparables, ya que se condicionan mutuamente la existencia. Que han estado eternamente fusionados o presentándose como una unidad se convierte en un hecho por medio de la circunstancia de que si alguna vez hubieran estado separados, nunca habrían podido fusionarse en una unidad. ¿Cómo habría podido tener lugar esto? Si estaban separados, ninguno de los dos tenía ninguna forma de existencia sensible, ya que tanto "el punto fijo" como "el movimiento" tendrían que ser igual a "nada". Y, como es sabido, de "nada" no puede surgir "algo". "El ahora" y "la eternidad" han existido, por consiguiente, como una "unidad binaria". Como esta "unidad binaria" es "el ser vivo", y éste es, así pues, "el tiempo" y "la eternidad" en sí, su existencia eterna se apoya y se estabiliza, de este modo, por medio de los hechos reales más elevados que en resumidas cuentas existen. ¿Qué o quién puede si no constituir "el tiempo" y "la eternidad"? Nada ni nadie en absoluto. Señalemos lo que señalemos, por ejemplo, un río, un lago, un bosque, una montaña, una piedra, una máquina, etc., nada de esto puede jamás constituir otra cosa que "el tiempo". "La eternidad" falta al contrario totalmente en la aparición de dichas cosas. Estas cosas no podrán, por consiguiente, aparecer ante nosotros como vida independiente, sino que cada una de ellas constituye, al contrario, un "fragmento" de un "ser vivo". Es verdad que dichas cosas no son fragmentos de un hombre, de un animal ni de otro organismo de un "ser vivo" de nuestra espiral, pero esto no modifica, claro está, el principio. Ningún ser puede vivir sin estar en el organismo de un macroser. Por lo que respecta a nosotros, este macroser será, claro está, en primer término la Tierra. Todos los fenómenos que se nos presentan conjuntamente como lo que llamamos naturaleza en forma de la Tierra constituyen en primer lugar una unidad lógica y perfecta que, a su vez, con su combinación lógica de movimientos muestra voluntad y, con ello, revela a esta unidad como el organismo de un "ser vivo". Pero como una voluntad lógica revela, a su vez, algo que está fuera del movimiento, dado que dirige el movimiento y, de este modo, está fuera del "tiempo" y, por lo tanto, sólo puede ser "la eternidad" misma, todo lo que se encuentra a nuestro alrededor en forma de naturaleza se convierte, así pues, en idéntico al "ser vivo". El mismo fenómeno se hace valer con dimensiones menores cuando, por ejemplo, contemplamos una mano, un ojo, una oreja, una nariz, una uña, un trozo de carne, un hueso, un trozo de piel, etc., pero solamente con la diferencia de que aquí conocemos perfectamente estos fenómenos y sabemos que no son independientes, sino que constituyen "fracciones" de organismos de seres vivos. Aquí no se nos ocurre llamar a estos fenómenos "naturaleza". Sabemos para qué objetivo lógico han sido creados. Y como de este modo también son expresión o producto de voluntad, también revelan con ello un "algo" que no puede ser movimiento, sino que es el que dirige el movimiento y la voluntad. Como este "algo" no es movimiento y, por lo tanto, está igualmente fuera del "tiempo", sólo puede ser idéntico a "la eternidad". "El tiempo" y "la eternidad" están, así pues, presentes en todo lo que en resumidas cuentas podemos percibir. "El tiempo" no puede estar presente sin revelar "la eternidad". Y "la eternidad" sólo puede revelar su presencia en virtud del "tiempo": estos dos fenómenos no pueden así aparecer separados, sino que son, como ya hemos dicho, una "unidad binaria" o una unidad con dos análisis. Como esta unidad es exclusivamente "el ser vivo" y es imposible que sea otra cosa, y otra cosa no puede, por consiguiente, existir en absoluto, "el ser vivo" es, de este modo, el análisis más elevado de la vida. Es el único análisis de la totalidad del universo, la naturaleza y la vida que, en resumidas cuentas, puede existir. El análisis de la totalidad del cosmos es, así pues, un "ser vivo". Otros análisis de la totalidad de la materia y de la creación dirigida por voluntad, tales como hombres, animales, plantas y combinaciones de micromateria sólo pueden ser en el análisis de su totalidad un "ser vivo". "El ser vivo" es, de este modo, el alfa y la omega de todos los análisis. Es el resultado principal tras todas las formas, tanto de macrocosmos y microcosmos como de mesocosmos.


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